A seis años de la partida de Alejandro Coronel

alecoronel2Se cumplió otro aniversario de la muerte de uno de los mejores deportistas que dio Corrientes. Un basquetbolista que trascendió fronteras, jugó con la estirpe correntina siempre y fue identificado por muchos ideales y objetivos cumplidos. Eso fue “Ale” Coronel, quien peleó durante años con una cruel enfermedad que lo acosaba (desde 2003, cuando le detectaron el maldito cáncer) y se entregó un viernes 26 de noviembre de 2010.
Nunca lo voy a olvidar. Un viaje a Oberá junto al plantel de San Martín de Corrientes, por una fecha de aquellos desgastantes fixtures del Torneo Nacional de Ascenso simplificó la espera de una agonía que nadie quería saber del final. El plantel, dirigido en aquel entonces por Ariel Rearte, conoció horas antes del partido la noticia menos esperada. El destino los puso frente a Oberá Tennis Club y una derrota (78-76) que no pudo homenajear su legado.
No voy a olvidar tampoco que el micro que regresaba al plantel a Corrientes fue derecho a despedirlo. Porque nadie quería aceptarlo pero todos sabían que iba a suceder. Esta noticia del fallecimiento de Alejandro caló profundo en el cuerpo técnico y los jugadores. Esa noche, hubo minuto de silencio en el polideportivo obereño y el equipo lució en su camiseta una cinta negra, como señal de luto, como una muestra de estar “tocado”.

Y en toda la familia del básquetbol en general fue la noticia más triste. Los recuerdos y la impronta será lo que mantendrá vivo a un deportista correntino que con tan sólo 14 años debutó en la primera local y eso lo llevó a ser convocado por el Club Córdoba de Corrientes y con 15 años ser uno de los juveniles de la recordada plantilla que disputó torneos de Liga Nacional a fines de los 80. A lo largo de su carrera ganó títulos a nivel local y nacional, además de vestir más de 15 camisetas en Liga Nacional y TNA.
Comenzó a jugar desde muy chico y lo puso en primera Atilio Mosna, justamente su entrenador que tenía pasado como jugador debutando en el plantel superior de manos del “Chango” Coronel, papá del “Ale”. Devolución de legado.
Jugó (fue compañero y los enfrentó) con innumerables colegas, compañeros más adelante e hizo muchos amigos, algo difícil en un ambiente cuando se perdura por muchos años. Incluso, su amigo, compañero y rival en ocasiones, el propio Rearte lo recordó en aquella arenga que cerró el último entrenamiento en Oberá: “juguemos con mucho corazón y coraje, como lo hubiera hecho Ale”… Esa vez ya no pudo hablar y sumó mayor emoción a una previa donde Julián Olmedo y Andrés Rodríguez también lo recordaban de la mejor manera.
Es que “Ale” era eso: tesón, garra, juego y mucho sacrificio.
Nunca voy a olvidar en mi primer paso en aquel Departamento de Prensa y él como Jefe de Equipo. Primero me dejó muy en claro mi lugar: “Vas a viajar siempre pero vas a tener que aprender el límite de lo que es privado de un plantel y las cosas que tenemos que publicar”. Clarito me quedó, de aquella persona que llegábamos a muchas ciudades y recibían “al equipo de Ale”. Carisma y recuerdos puros.
Ferro Carril Oeste con León Najnudel, Luz y Fuerza de Posadas, con Rubén Magnano, Estudiantes de Olavarría, Ben Hur de Rafaela, Central Entrerriano de Gualeguaychú, Echagüe de Paraná, La Unión de Colón, Obras Sanitarias, Peñarol de Mar del Plata, además de Regatas y San Martín de Corrientes, algunos de los clubes donde dejó muy buenos recuerdos.
Nacido un 25 de julio de 1973, será recordado por sus ascensos con Ben Hur, Regatas (en el TNA) y San Martín (Liga “C”), o por aquel TNA que fuera goleador vistiendo la camiseta de La Unión de Colón. Pero también cumplió el sueño de jugar profesionalmente en su querido equipo “rojinegro” (donde su padre el Chango Coronel lo llevó cuando era muy chico), en lo que fue su último paso por el TNA (temporadas 2007/08 y 2008/09).
Tampoco voy a olvidar cuando apagó la TV en la noche antes de un partido en plena habitación de un hotel rafaelino, se sentó en la cama y me soltó: “Vuelvo a jugar, no lo saben muchos todavía pero quiero ver cómo cae en la gente mi vuelta”. Yo digerí la noticia y tenía que esperar que él me diera el “ok” para hacerla pública. Semanas después, el “Gran Ale Coronel” era parte del recambio de un equipo que buscaba afianzarse en la categoría, ahora ya con la camiseta 10 defendiendo los colores “rojinegros” en el TNA.
Tampoco voy a olvidar el homenaje que realizó el club de sus amores meses después de su partida. Fue en la segunda final del TNA ante Quilmes cuando Alejandro Coronel recibió el homenaje y la dirigencia de San Martín colgó detrás de uno de los aros del “Fortín Rojinegro” (todavía está, lateral que da a la calle La Rioja), un chapa recordatoria con el agradecimiento eterno de socios y simpatizantes, además de su camiseta (la Nº10 que siempre caracterizó a “Ale”, aunque en ocasiones supo usar la 13).
Tampoco voy a olvidar aquel “mano a mano” que tuve con “Ale”, en cancha de Boca Juniors a fines de 2005. Era jugador de Obras Sanitarias y debutaba con unos anteojos protectores porque un virus le había endurecido la cara. “Sacame fotos de este perfil, no quiero preocupar a mi familia”, me dijo como una orden. Eran épocas de altibajos en la pelea contra su enfermedad, pero nunca bajó los brazos, nunca se rindió, jugó y vivió hasta lo último.Antes de su primero ascenso a la Liga Nacional, el Club San Martín homenajeó a “Ale” Coronel con la presencia de sus familiares (padres Chango y Adela, su esposa Marta y su hija Malena), quienes recibieron la camiseta oficial que usó el jugador en su última temporada en el equipo profesional del club. Y el club colgó una gigantografía que siempre estará en el “Fortín Rojinegro”. Fue en el entretiempo de la final con Quilmes y la emoción de los jugadores hizo que no ingresaran al vestuario hasta que finalizó esta ceremonia, todos aplaudieron y la afición acompañó conmocionada por tamaña consideración a una “gloria del básquet correntino”.
Por eso todos los años este adiós a un grande del deporte correntino se renueva y encuentra detalles que lo agrandan más. Con 37 años dejó un legado único, como pionero de los jugadores de la provincia en las principales categorías del básquet nacional.
Simplemente, un grande que dejó la bandera bien alta.

Fuente: Mariano Blanco, diario Época.

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