El más grande de los deportistas está de festejo

Ernesto Gehrmann vistiendo la camiseta nacional en el Mundial de 1967 realizado en Montevideo

Ernesto Gehrmann vistiendo la camiseta nacional en el Mundial de 1967 realizado en Montevideo

Ernesto Gehrmann, nacido en Oberá en 1945, cumple este miércoles 69 años.
El basquetbolista misionero más importante de toda la historia y uno de los emblemas de la selección argentina, es el más alto pedestal de los deportistas de la tierra colorada.
Jugó torneos argentinos, sudamericanos, panamericanos y mundiales. Muchas de sus marcas siguen aún vigentes.
El Concejo Deliberante de Posadas lo distinguió como Ciudadano Ilustre y también fue reconocido en 2006 por el Senado Nacional con el premio «Delfo Cabrera» por ser considerado como referente del deporte nacional.
Gehrmann, que impresionaba con sus 2.11 metros, debutó con el Seleccionado Nacional en 1966 en ocasión del torneo Confraternidad Americana en la ciudad de Cosquín enfrentando a Paraguay y se retiró del mismo en 1978 formando parte de seis campeonatos sudamericanos, tres Juegos Panamericanos (1967, 1971 y 1975) y dos Campeonatos Mundiales (1967 y 1974).
"Fino" junto a su hijo Eric, quien siguió los pasos como basquetbolista, sin su trascendencia.

«Fino» junto a su hijo Eric, quien siguió los pasos como basquetbolista, sin su trascendencia.


Formado en Tokio de Posadas, Gehrmann se fue a jugar a Gimnasia y Esgrima La Plata para luego pasar al Palmeiras de Brasil y volver a GELP donde finalizó su carrera en 1979 con el título de Capital Federal.

Finito Gehrmann para todo el mundo
Su vidriera en el básquetbol del país fue el Campeonato Argentino realizado en Mendoza en el año 1963. Ernesto Gehrmann concurrió como integrante de la Selección de Misiones. Un año antes, cuando la misma cita convocaba en la capital de su provincia, ya había sido preseleccionado. Pero, mientras se entrenaba, Finito sintió miedo (ya entonces existía el «miedo escénico» que popularizaría Valdano) y, para evadirse, se ocultó en los montes de Colonia General Alvear, muy cerca de Oberá, su ciudad natal.
En Mendoza ya había superado el trauma. Entonces impresionaba su altura: 2,06 metros. Después se quedaría en sus históricos 2,11. Cuando caminaba por las calles era toda una atracción. «¡Oigan! ¿Y a éste para qué lo tienen?», preguntó ironizando un lugareño. Los misioneros contestaron haciendo gala de sus bondades turísticas: «¡Lo tenemos para pasarles el plumero a las Cataratas!»
Obviamente que sirvió para mucho más.
Tres años más tarde, nada más, el 12 de febrero de 1966, debutaba en la Selección Argentina. Fue contra Paraguay en Cosquín jugando el torneo «Confraternidad Americana». Y sería campeón sudamericano en Mendoza 1966, con «Los Cóndores»,y Medellín 1976.
En 1978 cumplió su última temporada internacional e igualaría hasta ese momento el récord de permanencia en el equipo nacional -con doce años de trayectoria-, considerando el debut y la última vez. Lo tenían Rafael Lledó y Ricardo Alix. Pero Gehrmann hizo lo que nadie: dio el presente en cada temporada. Hoy, con 16 años, ese récord lo ostentan Carlos Raffaelli y Carlos Romano.
En su amplio abanico internacional se destaca su participación en seis Campeonatos Sudamericanos (desde 1966 hasta 1977), tres Juegos Panamericanos (1967, 1971 y 1975) y dos Mundiales (1967 y 1974).
Es el argentino más goleador de nuestra historia mundialista, al jugar 16 partidos y promediar 20,5 puntos. Fue el goleador (23,8 de media) del Sudamericano de Bogotá 1973.
Por su gran aporte, por ser un gigante que peleó contra todo el mundo, yo he escuchado decir al gran Beto Cabrera: «La Selección Nacional siempre se debe armar empezando por Gehrmann». Y al Tola Cadillac referirse en el mismo sentido: «¡Que Fino no se muera nunca en la Selección!».
De Tokio de Posadas se fue a Gimnasia y Esgrima La Plata y de allí recaló en el Palmeiras de San Pablo, Brasil. Volvió en 1976 al Lobo platense, siendo bicampeón de la Capital Federal en 1978 y 1979.
Después de haberse escondido aquella vez en los montes misioneros, le saqué la cuenta de todos los países donde pisó una cancha: ¡24!
Finito fue un grande. Y por sobre todas las cosas es un gran tipo.

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