Se desinfla pero no se pincha…

Se desinfla pero no se pincha...

Juan Carlos Rodríguez celebra -junto a Sebastián Rottoli, autor del 1-0- el empate definitivo del Globo ante Fontana. A Huracán le cuesta ganar como local (Foto El Territorio)

Cuando no se puede ganar, lo mejor es no perder.
Esa es la sensación con la que habrá terminado ayer Huracán de Montecarlo al empatar 2-2 con Deportivo Fontana de Chaco en el marco de la 5° fecha de la zona B de la Región Litoral Norte del torneo Federal B.
El único abanderado de la tierra colorada en la cuarta categoría del fútbol argentino ganaba 1-0, luego se lo dieron vuelta y, a segundos del final del partido, encontró la llave del empate gracias a una obra de arte de Juan Carlos Rodríguez.
Si bien el equipo aún evidencia signos de ansiedad por esta experiencia nacional, el punto le sirve no sólo para sumar en su objetivo de alejarse de la zona baja, sino también para mantener la diferencia en la tabla ante un rival que persigue sus mismos objetivos.

De la mano de un criterioso Antúnez, un movedizo Rottoli y un tanque como Ortega en ofensiva, el Globo intentó marcar el ritmo del partido desde el primer minuto. Pero dependió excesivamente de estas individuales en el primer tiempo. Sobre todo de Ortega, un constante dolor de cabeza para el fondo chaqueño que hizo entusiasmar a la gente en dos oportunidades: primero con un remate apenas desviado de afuera del área y luego con un tiro libre que acarició el travesaño.
Pero como dice el refrán, la tercera fue la vencida. Después de un par de centros al corazón del área, Rottoli encontró un hueco entre los centrales y metió el frentazo para el delirio de las mil personas que coparon el estadio municipal.
Para decepción de todos, los festejos se transformaron en lamentos en cuestión de segundos. Porque Fontana movió del medio, lateralizó el juego, llegó el centro pasado y Guillermo Barreto, un delantero a pedir de la categoría, ganó en las alturas y –desvío mediante- con otro cabezazo igualó las acciones en la última jugada del primer capítulo.
Ahora quedaban 45 minutos para reconstruir lo que tan rápido se vino abajo.
Pero el panorama se oscureció aún más cumplida la hora de partido, porque Antúnez –de lo más regular en el local- se equivocó en una salida defensiva, la pelota le quedó a Alberto Molina y el delantero, tomándose la pausa que siempre necesita un buen definidor, enganchó ante la marca y definió con serenidad ante un vencido Geck.
A partir de la desventaja, el público empezó a exigir, algunos de forma exagerada y desmesurada, y el equipo lo sintió adentro de la cancha, mientras a Fontana se le presentaba un panorama casi ideal para desarrollar su juego: firmeza en la marca y rapidez para contragolpear.
Obligado por el contexto, Darío Hiller arriesgó todo lo que tenía. Y José Silva y Juan Carlos Rodríguez fueron los anchos que tenía el técnico en el banco.
El primero recuperó una pelota casi en su propia área a los 43’, metió un incansable pique por el sector derecho y, tras una pared con Ortega, la pelota le quedó al segundo, quien con una excelente media chilena casi en el punto penal decretó el empate. Una doble genialidad individual le permitió al Globo sumar al menos un punto en casa. Huracán dejó hasta la última gota en su afán de ganarlo en los segundos finales, pero no hubo tiempo para más, sólo para la expulsión del propio Ortega.
Sumar sirve, sobre todo cuando la mano viene mal barajada, pero aún restan ajustar detalles para transitar con tranquilidad esta aventura nacional.

Fuente: El Territorio.

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