La familia Cubas tiene otro representante

El joven de Aristóbulo del Valle con la casaca del Cervecero. “El cambio fue para bien”, resalta (Foto El Territorio)

El joven de Aristóbulo del Valle con la casaca del Cervecero. “El cambio fue para bien”, resalta (Foto El Territorio)

Con apenas 14 años arrancaba a las 6 de la mañana. Se tomaba el colectivo urbano hasta Lanús para ir al colegio y después del almuerzo hacía tiempo hasta que arranque el entrenamiento vespertino. Concluida la práctica, el regreso a la Capital -otra vez en colectivo- se producía alrededor de las 19. A la distancia parece una simple anécdota, aunque hay que poner reparo en que se trataba de un chico que comenzaba a transitar la adolescencia en un lugar desconocido para él.
Transcurrieron siete años, pero José Cubas tiene grabado en su memoria cada momento que transitó hasta llegar al presente, en el que intenta ganarse un lugar en Quilmes, siempre en base al sacrificio y con el anhelo de conquistar el tesoro más preciado: convertirse en futbolista profesional.

Atrás quedaron la travesía de los comienzos -cuando arribó al club granate-, el posterior paso por Huracán, y algún que otro sinsabor dentro y fuera de la cancha. Hoy el delantero se muestra en la reserva del Cervecero pero observa de reojo el calendario, ya que apuesta a fin de año a firmar su primer contrato profesional.
De buen ánimo, seguro en sus palabras y encendido luego de la siesta, José se suelta en el diálogo con El Territorio en la casa que comparte con su hermano Andrés -actual jugador de Boca- y Ricardo Aloy -el propietario- en Capital Federal.
“Por suerte Quilmes anda bien”, destaca el Pola -como lo llama Aloy a José- acerca del equipo que actualmente conduce Facundo Sava. “Estoy tranquilo, jugué todo el año, fui el que más jugué en la categoría”, se ilusiona con todo lo que esto significa; por eso, sobre su situación contractual va más allá con un “está encaminado”.
Escurridizo, veloz, se siente cómodo por la banda, más allá de que en más de una ocasión “me pusieron de nueve, porque no había ningún nueve de área y como más o menos puedo jugar ahí… pero no es mi puesto. Me gusta más acompañar, jugar con un nueve de área”.
Se muestra confiado porque Sava le da más posibilidades a los jóvenes, algo que con Julio Falcioni no ocurría, “una vez por semana vamos a hacer fútbol con la primera y (Sava) nos miraba, con Falcioni era muy difícil que ponga un pibe”, enfatiza.
Nuevamente Aloy participa del diálogo. Recuerda que “a él también lo llevamos nosotros, estuvo un año en Lanús pero no quedó… no por culpa de él… vos sabés lo que es el fútbol”. En el Granate a los dos meses le dieron pensión, “era un hotel cinco estrellas”, resalta José. Y a fin de año, el coordinador le comunica que lo dejaban libre, en novena división. Cosas del destino, la misma persona que lo había evaluado en Misiones terminó diciéndole que no iba a seguir. Después llegó la etapa en Huracán, período en el que “aprendí un montón, a veces el cambio te viene bien. Al principio estaba mal, pero sabía que las cosas las hice bien. Y en Huracán los primeros años me fue muy bien… A lo último sufrí un montón, porque había chicos más grandes que jugaban”.
Sin continuidad, llegó la nueva etapa a principios de año -en Quilmes- y el cambio “del año pasado a éste fue todo para bien”, repasa José. “Desde que llegué jugué todos los partidos, en reserva sólo una vez no me citaron. Y a veces me hacían jugar en cuarta y reserva, tenía que tener mucho descanso, tomar suplementos”.
Mate en mano, analiza el juego, “hay un paso grande entre cuarta y reserva, en reserva tenés mucho más espacios, en cuarta hay mucha presión, choque, pocas veces ves goleadas. Es mucho físico… y en reserva me siento mejor”, y se envalentona: “Quiero subir a primera y quisiera al menos ganarme un lugar en el banco, confío en mis condiciones”.
El misionero sabe que al fútbol, además de las cualidades, hay que complementarlo con otros aspectos para tener la chance de medirse con los grandes. Por eso, reflexiona: “El fútbol es como dicen todos: tenés que estar bien de la cabeza. Quizás no tenés tantas condiciones, pero con fuerza y actitud suplís todo. Acá no es que se saca mucha diferencia… para mí la cabeza influye mucho”.

Fuente: Gilberto Pérez, El Territorio.

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