Todo está guardado en la memoria

Todo está guardado en la memoria

Ese jueves 16 de marzo de 1916, en la plaza San Martín de la capital provincial… ¿habrán imaginado aquellos pibes que la ilusión iba a trascender la frontera de los cien años? ¿Supusieron entonces que el predio que adquirieron ocho años después en las afueras de Posadas se iba a transformar en uno de los templos del fútbol misionero?

Difícil -al menos por ahora- realizar un viaje en el túnel del tiempo para saber qué imaginaba y qué esperaba ese grupo de jóvenes que acababa de fundar el Club Deportivo Jorge Gibson Brown, hoy por hoy parte indisoluble de la historia del balompié provincial y de la sociedad capitalina.

La misión es imposible pero, en homenaje a aquellos forjadores del Verdirrojo, El Deportivo resolvió reunir a tres de los jugadores de la época dorada del club, también transformados en ladrillos de los cimientos del club de Villa Urquiza.

Rubén Fafi Díaz, Edén Buby Fernández y Aníbal Choclo Silva son parte de la historia viva del Brown y referentes del equipo que durante los setenta cosechó amores entre la barriada capitalina. Ante este Diario, el trío compartió recuerdos, anécdotas y el amor genuino de la época en la que al fútbol se jugaba por amor a la camiseta. ¡Feliz cumple, Verdirrojo!

 

Antes que nada… ¿Qué significa para ustedes ser de Brown?

Fafi Díaz: para mí es un orgullo ser de Brown. Yo soy del barrio y, si bien empecé jugando en Villa Urquiza, tuve la dicha de venir a Brown tras frustrarse un pase a Guaraní. Y acá me sentí como en mi casa, hasta el día de hoy, que estoy trabajando como árbitro de futsal. Y aunque soy réferi, la gente sabe y yo no lo niego, soy orgullosísimo hincha de Brown.

Buby Fernández: yo cuando llegué, me enamoré de estos colores. A mí me trajo él al club (por Choclo Silva). Yo era muy chiquito, tenía 11 o 12 años. Tuve un lapso en que me fui a probar a Rosario Central y, cuando volví, regresé a Brown. Tuve la oportunidad de ser campeón con otros clubes, pero Brown fue siempre mi equipo y en el que más recuerdo anécdotas y compañeros. Soy hincha fanático, lo primero que hago cuando agarro el diario es ver cómo salió Brown. Toda mi infancia y adolescencia están acá.
Choclo Silva: soy de Brown desde que tenía 10 u 11 años. Siempre venía a la cancha a ver los partidos, en la época en que jugaban Valenzuela, Ledesma, y nunca pensé que yo iba a jugar en Primera. Y llegué gracias a que teníamos un equipo en el torneo de Radioparque (mítico certamen organizado por los Madelaire en varias canchas que existían sobre Andresito, entre Santa Catalina y Lavalle). Se llamaba Itatí. Un día nos vio Raimundi y nos invitó al club. Y así empezamos.

 

¿Es cierto que Buby casi deja el fútbol para estudiar Filosofía?

Buby: (se ríe) puede ser…
Choclo: es verdad; cuando Buby volvió de Central, una tardecita yo pasé por enfrente de su casa y me dijo ‘Choclo, yo no voy a jugar más al fútbol, me anoté y voy a estudiar Filosofía’. Lo convencí que vaya a entrenar ese martes, era 1976. Y cuando llegamos, le digo a Damasceno López, el DT: ‘acá está el nueve que a usted le hace falta, déjese de joder con los otros’. Damasceno lo probó y al sábado Buby ya era titular en Primera.

 

¿Qué recuerdan de ese título de 1977?

Fafi: fue el Torneo Clasificación 1977. La base del equipo era con Montenegro o Barreto; Adorno, Silva, Dip, Villalba, Chapay, Bareiro, Buby Fernández, Pasalagua, Tony López y yo. Después entraban jugadores de la talla de Villarreal, el Negro Garay, Lopecito, Mingo Acosta o Aurelio López.
Choclo: era un plantel de 25 jugadores y todos en el mismo nivel, entonces Damasceno hacía rotar según el rival y el partido.
Mucho se dice de Raimundo Damasceno López, incluso que marcó un antes y un después en el fútbol misionero…
Fafi: tal cual, Damasceno López era un técnico muy adelantado para la época. Imaginate que hace cuarenta años él ya jugaba con doble cinco, algo que hoy es común pero que en aquella época era incomprensible para muchos. Era un DT increíble.
Buby: la presión alta de la que tanto se habla hoy, el pressing, todo eso él hacía cuarenta o cincuenta años atrás. Era un adelantado para su época. Hasta trabajaba en la neurociencia, para ejercitar los reflejos de los jugadores. Una locura para esos años.

Todo está guardado en la memoria

La foto que habla. La imagen es del archivo personal de Buby. En ella aparecen (de arriba a abajo, desde la izquierda) Lobos, Montenegro, Guidek, Acosta, Pasalagua, López y Barreto; De La Cruz, Chapay, Aurelio López, Ávalos, el propio Buby y Silva.

 

Un adelantado y un detallista…

Fafi: sí sí, te cuidaba personalmente, iba hasta tu casa para llevarte vitaminas, comida, licuados, todo para que tengamos mejor respuesta el fin de semana en la cancha. Hacía cosas increíbles. Y te doy un ejemplo: entre semana, cuando no entrenábamos a la mañana, se recorría la avenida Uruguay y conseguía remedios en la farmacia, carne en la carnicería y pan en la panadería. Lo que hiciera falta. Y después él mismo se ponía a cocinar, entonces un día nos hacía sopa de arvejas, después hacía chocolate con facturas para el plantel. Y cómo todos eran hinchas de Brown, le daban para que él hiciera. No era como otros entrenadores, era increíble lo que Damasceno hacía.
Choclo: imaginate que hasta te caía a la medianoche para ver si vos realmente estabas en tu casa, descansando, como debía ser. Nosotros los casados no teníamos problemas, pero los más chicos… (Choclo se ríe y apunta a Fafi)

 

Fafi, ¡se nos cae un ídolo!
Fafi: (el Panadero, como le decían en esos tiempos, se ríe, entiende el humor y confiesa) Te voy a ser sincero, nosotros empezamos a concentrar por mi culpa (risas para los tres)… Damasceno sabía que a mí me gustaba ir a bailar, entonces un día mandó un infiltrado para manguearme. Era sábado de noche y al otro día jugábamos. Yo estaba en El Prado (viejo bailable ubicado cerca de donde hoy es El Brete) y cayó uno de los profes. Y desde ese día, los fines de semana comenzamos a concentrar. ¡Me querían matar! Lo mismo pasó otra vez que me agarraron jugando un torneo de barrio el sábado, y al otro día había partido. Éramos chicos…

 

¿Cómo fue esa definición del 77?

Buby: fueron tres finales contra Atlético Posadas. El primer partido lo ganamos allá, por 3-2, y el segundo perdimos acá en el club, por 2-1. Entonces jugamos un tercer partido en cancha neutral, en cancha de Mitre, un miércoles de noche, que ganamos por 1-0 con gol de Villarreal de penal. La cancha estaba llenísima. Fue algo inolvidable. Y terminamos volviendo todos, jugadores e hinchas, caminando por la avenida Martín Fierro hasta el club, comiendo bananas, porque no sé quién nos regaló varios cachos.
Fafi: así fue, incluso apareció un champán, pero nosotros no tomábamos esa bebida, así que nos veníamos mojando. Había autos para volver, pero queríamos venir festejando con los hinchas y así lo hicimos.
Choclo: imaginate que Rubén Garay amaneció tirando cáscaras de banana por la vieja Terminal de Ómnibus de avenida Uruguay y Mitre. Fue algo histórico, extraordinario.

 

Además de las finales, ¿qué es lo que más recuerdan de esa campaña de Brown campeón?

Fafi: ¡ufff! muchas cosas, la cancha llena, que para mí era porque de la avenida Mitre para el sur todos eran hinchas de Brown. Y personalmente tengo recuerdos muy lindos, uno de ellos creo que en semis ante Guaraní. Ganábamos 2-0 y nos empató el Puma Ortíz. Y me toca hacer el 3-2 a falta de cuatro minutos. Arranqué en mi área y gambeteé como a ocho hasta el gol. Hasta hoy muchos me recuerdan de ese gol.
Buby: yo tengo dos recuerdos lindos, un partido contra Atlético de la fase regular en el que tiré como cinco o seis caños (Fafi asegura que Buby era un especialista de esa maniobra mágica). Y un 3-0 con el que le ganamos a Villa Urquiza, que hice los tres goles.
Choclo: bueno, yo jugaba de central, así que no puedo hablar mucho de goles (se ríe)… pero siempre dije que era un espectador de lujo, porque me divertía, aplaudía de verlos jugar a ellos.
Fafi: Choclo era el capitán de ese equipo. Y nos llevaba varios años, entonces venía y me decía ‘Fafi, andá y encará, si te pegan, no te preocupes que yo los cago a trompadas’ (se ríen los tres). Y eso hacía que yo me levante, que tome coraje. Eso tenía Choclo, si el partido estaba cerrado, venía y me decía ‘la puta madre, andá y encará’. Y eso parece que me daba ánimo.
Choclo: yo tenía 22 o 23 años y ellos, 16 o 17. Eran todos excelentes muchachos. Un gran equipo.

 

¿Qué sienten cuando los asocian y recuerdan con esa época dorada del club?

Fafi: a mí me causa mucha emoción y a veces me da un poco de vergüenza de tantos elogios que recibimos. Yo trabajo mucho con los más chicos como árbitro, y muchos no saben que jugaba, entonces por ahí ven mi foto y se sorprenden. Lo cierto es que sentíamos bien adentro la camiseta de Brown. Y todavía la sentimos. Todos los años estamos firmes, presentes en el aniversario, los mismos de siempre, cada vez más viejitos, pero firmes. Quizás eso quiera decir que quedamos en la historia del club. Y eso es algo que me llena de orgullo.
Buby: yo siento algo parecido a lo que dice Fafi. Nosotros llevamos a Brown en el corazón, es parte de nuestra vida. Y esa época dorada que vivimos nos marcó para siempre. Para mí, que ahora me dedico mucho a la dirección técnica (Buby dirige la sede Misiones de la escuela de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino), Damasceno López me marcó para siempre, fue el mejor técnico que tuve y con el que más aprendí.
Choclo: yo muchas veces pienso, cuando la gente se acuerda, que quizás no merezco tanto que me pongan en el lugar que me ponen. Para mí, Brown es todo, me dio todo, así que voy a estar siempre más que agradecido al club y a todos esos compañeros que tuve acá.

 

Ya son 104 años del club, momento de soplar las velas… ¿qué le desean al club?

Choclo: sobre todas las cosas, que siga creciendo, porque se nota que actualmente se están haciendo cosas muy loables y eso es muy bueno.

Buby: mi deseo es que Brown siga creciendo y pueda lograr nuevos logros en el futuro. Que el club pueda mantenerse vivo.

Fafi: sería muy lindo que Brown tenga protagonismo en el fútbol a nivel nacional, aunque sabemos que no es fácil, pero es algo que me gustaría. Y después, en lo institucional, es muy simple: prefiero desaparecer yo de esta vida pero que nunca desaparezca Brown.

Todo está guardado en la memoria

Larga charla. Los players en pleno recuerdo de sus tiempos de gloria en Brown.

Un plantel que será difícil de olvidar

El Clasificación 1977 obtenido por Brown fue posible gracias a un plantel inolvidable para los seguidores del club de Villa Urquiza.

Ese equipo estuvo conformado por Jorge Barreto, Carlos Brizuela, Jorge Evaristo Montenegro, Lucio Gómez, Ramón Adorno, Ramón Aníbal Silva, Carlos Alberto Guidek, Rolando López, Cácerres, Carlos Alberto Villalba, Juan Carlos Chapay, Juan Domingo Acosta, Bruno Giordano Chapay, Jorge Raúl Alegre, Juan Carlos Bareiro, Ramón Fernández, Santos Eliseo Da Rosa, Eden Oscar Fernández, Héctor Motta, Carlos Adolfo Lobos, Adan Omar Ávalos, Miguel Ángel Ávalos, Raúl Méndez, Agustín López, Mario Domingo Pasalagua, Rubén Darío Garay, Aurelio Antonio López, José Edmundo Villarreal, Alfonso Rubén Díaz y Hugo Oscar Ortega.

El técnico no era otro más que el recordado Raimundo Damasceno López; el profe, Daniel Cadenaci.

 

Una dupla que hizo historia… en la poesía

Aquella época dorada del Brown llevó incluso a un hincha fanático a escribir un poema dedicado especialmente a Buby Fernández y Fafi Díaz, dos de los emblemas de la delantera del Verdirrojo. A continuación, un extracto de ese verso.

Eran dos adolescentes titiriteros; uno de canillas torcidas, exquisito, sutil, de dribbling indescrifrable. El otro, piernas flacas, como garza, rápido, incontenible.

Los juntó un sabio maestro. Los encontró el talento. Y su habitat fue la banda izquierda. Gambeteaban hasta los duendes que salían de sus medias caídas.

Nunca vi tanta complicidad en un campo de juego. Fútbol alado, de ballet. Estaban en el tejido fino o en la cortada larga. Levantaban mil paredes que parecían laberintos de ángulos perfectos.

Inteligencia, cabeza levantada, fina gambeta y el pase justo. Los rudos y ásperos marcadores nunca adivinaron el túnel.

Emocionaron a tribunas repletas. Gastaron las huellas digitales de los que se deleitaban con su juego. Eran una fiesta para los ojos. Siempre fueron un espectáculo. Estética. Jamás una marca artera los hizo aflojar. Un pedazo de historia del Jorge Gibson Brown. Edén Buby Fernández y Rubén Fafi Díaz. Más adjetivos son innecesarios.

Fuente: Primera Edición.

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