Así será muy difícil

Así será muy difícil

El fútbol no es sólo cuestión de planteos. Tampoco de suerte. Se necesita rebeldía, inteligencia y carácter. Todos atributos que ayer mostró Almagro para ganarle 1-0 a Crucero jugando con un hombre menos durante 45 minutos.

El Colectivero cayó en sus propias limitaciones y, más allá del mal de ausencias que persigue al equipo, dejó señales que preocupan.

Salinas armó un equipo como para no perder en José Ingenieros. Las ausencias obligadas, la falta de variantes en cada puesto y la presencia de varios pibes obligaron al técnico a improvisar un 5-4-1 con claras ideas defensivas. Pero tanto Braian Perussato por derecha como David Váttimos por izquierda perdieron más de lo que ganaron frente a los laterales del Tricolor y los centros cruzados fueron un dolor de cabeza para el fondo local.
En la primera media hora de juego lo mejor del dueño de casa pasó por los pies de Matías Ruiz Sosa, el generador de juego y más dotado técnicamente. El triple cinco que dispuso Pico con Dujaut, Domínguez y Sotelo obligó al 10 a retrasarse varios metros, pero fue entonces cuando los laterales aprovecharon los espacios y la poca marca de los improvisados carrileros misioneros para lastimar con sus proyecciones.
Pese a monopolizar la pelota y el desarrollo del juego, a Almagro le faltó profundidad y se animó más que nada con remates de larga distancia en la primera parte del partido, pero después, gracias a los centros cruzados, obligó a un par de revolcadas de Nacho Arce.
En el medio de esa evidente intención de preservar su propio arco en perjuicio de buscar el de enfrente, Crucero tuvo una inmejorable chance de romper el cero, pero David Váttimos, tras un gran centro de Dujaut, metió un  potente frentazo que se fue centímetros arriba del travesaño.
Fue lo único que mostró el Colectivero en los primeros 45 minutos, que favorecieron al local en cuanto a predominio, pero a ninguno de los dos en cuanto al marcador.

Cuestión de arriesgar
En el arranque mismo del complemento Francisco Grahl encaró a Delio Ojeda dentro del área, se dejó caer aparatosamente sin que el paraguayo llegara a hacer contacto y, como ya estaba amonestado, dejó al Tricolor en inferioridad numérica.
En apenas 4’ a Crucero se le presentaba un escenario mucho más optimista. Tal como había sucedido en su última visita a All Boys, Crucero jugaba con uno más; sólo era cuestión de no ofrecer ventajas atrás y animarse un poco más adelante.
Por el hecho de ser local Almagro siguió yendo al frente, y entonces Crucero encontró espacios. Pero aunque parezca mentira, el Tricolor con uno menos generó más peligro que Crucero con 11.
Parecía un equipo anestesiado el conjunto misionero. Adormecido. Congelado. Falto de carácter. Y Almagro, contrariamente, entendió que se jugaba una final. Corrió en cada sector, movió la pelota y cuando tuvo su oportunidad no perdonó. A los 30, Reniero se vistió de conductor, asistió para la solitaria entrada de Lucas Piovi y el volante diestro sacó un bombazo que se metió contra un palo de Arce.
Los últimos 15 minutos sirvieron sólo para ver las limitaciones de un Crucero que se cae a pedazos cada vez que le convierten y las virtudes de un Almagro que siempre dejó en claro tener ideas –y sobre todo actitudes- más claras y ambiciones.

Fuente: Gustavo Hollmann, El Territorio.

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