El atletismo y la etapa Dorada

Logro en Salta. (Izq. a der.) Vargas, Pierotti, Otazú, Barrios, Pernigotti, Basualdo, la profesora correntina y Beltrán (Foto El Territorio)

Logro en Salta. (Izq. a der.) Vargas, Pierotti, Otazú, Barrios, Pernigotti, Basualdo, la profesora correntina y Beltrán (Foto El Territorio)

La década entre el 64 y el 74 marcó un quiebre. Un grupo de trabajo sólido y deportistas misioneros que dejaron una marca imborrable.
Un grupo homogéneo de profesores fue la base para descubrir valores que armaron una carrera elogiable, siempre de menor a mayor, y que dejaron en las estadísticas marcas que causaron sensación a nivel provincial, regional, nacional y sudamericano.

El atletismo y la etapa Dorada

Sobresalió. Alejandro Sotelo, destacado en las pruebas de fondo.

Hay cuestiones que no se pueden soslayar. Porque quedaron grabadas en la memoria o, a raíz de que dejaron una huella imborrable que sirvió para el desarrollo de las siguientes generaciones. En el deporte hubo ciclos que marcaron un antes y un después; sucedió en todas las actividades, entre ellas el atletismo, que supo construir la Década Dorada entre 1964 y 1974.
Un grupo homogéneo de profesores fue la base para descubrir valores que armaron una carrera elogiable, siempre de menor a mayor, y que dejaron en las estadísticas marcas que causaron sensación a nivel provincial, regional, nacional y sudamericano.
Claro que no todas fueron rosas. Hubo que adaptarse a los obstáculos lógicos de la época, como lo señaló el profesor Víctor Pierotti, uno de los formadores en aquella etapa: “Si recordamos las condiciones de la época en la que el centro del atletismo provincial era la otrora Laguna San José, cuya pista y campo de césped se mantenían inundadas en gran parte del año, y lejos de mejores condiciones se daba en el interior, donde los trazados de pistas se marcaban en las canchas de fútbol -Club 25 de Mayo de Puerto Rico, Instituto Línea Cuchilla en Ruiz de Montoya y en Aristóbulo del Valle-. Sobresalían con excepciones las pistas municipales de tierra y césped de Montecarlo y Eldorado”.
De todas maneras, la región contaba con ese denominador común, debido a que las instalaciones de Corrientes, Chaco y Formosa no superaban a las de la tierra colorada y en todos los escenarios de competencias “rogábamos para que no lloviera antes o durante los eventos”, recordó Pierotti.
Fue un desafío atractivo entonces. Que dio sus frutos y causó furor, porque cada vez que se instalan en el túnel del tiempo, los testigos resaltan la convocatoria que existía en la Laguna, a la par del fútbol, que por entonces llenaba sus estadios al contar con figuras de nivel.
En la provincia se conformó un grupo sólido de profesores de educación física, destacó Pierotti, entre los que mencionó a Teófilo Horrisberger, Julio Foley, Mario Koteski, José Sorsana, Irma Daviña de Sokol, Juan Cayetano Pernigotti, entre otros en Posadas; mientras que en Montecarlo estaba Francisco Benisch, en Eldorado Pedro Osudar y Carlos Ramírez, además de Orlando Bregagnolo -en Aristóbulo del Valle- y Andrés Quetglas -en Oberá-, “quienes con trabajo y perseverancia estimulaban el entusiasmo de sus alumnos, logrando registros que hasta hoy en día son performances ejemplares de una etapa gloriosa del atletismo misionero”.
Los logros pertenecieron a atletas que representaban a Misiones en los intercolegiales, eran alumnos de nivel medio de hasta 18 años, quienes competían en zapatillas o zapatos de clavo de la época, utilizaban garrochas de tacuara o de aluminio rígido, jabalinas de 800 y 600 gramos también de tacuara, y competían en pistas de césped, tierra y algunas -a nivel nacional- de carbonilla. Obviamente, muy lejos de la actualidad, en la que sobresalen las pistas sintéticas, garrochas de fibra de vidrio, jabalinas de acero y zapatos sofisticados, entre otros.
Repasar los registros invita a reflexionar por qué hoy el atletismo perdió un lugar que se había ganado por mérito propio. Como lo sintetizó el propio Pierotti, “como situación curiosa, las competencias atléticas de la época concentraban igual o mayor cantidad de concurrencia que el más popular de los deportes”. Algunos dirán que fue otra etapa, pero ésta puede servir también para que, desde la nostalgia, nuevamente se enciendan los motores y se produzca una refundación que implique a todas las partes: Estado, profesores y deportistas.

Números que traen éxitos a la memoria
• Enrique Casco (1968), Salto Triple, Córdoba. 1º, 14,20 mts: récord cordobés.
• Ricardo Otazú (1970), Salto Largo, Cali -Colombia (Sudamericano). 2º, 7,07 mts
Ricardo Otazú (1970), Salto Triple, Cali -Colombia (Sudamericano). 2º, 13,99 mts.
• Carlos Quiroz (1972), 800 llanos, Capital Federal (Argentino de Mayores), 1’56’’.
• Rubén Garay (1969), 4º. Nacional en Decatlón, Santa Fe/Salto en alto, 1,88 mts.
• Alcides González (1974) Salto alto, Torneo Guaita (Chile), 1,98 mts.
• Alcides González (1974) Salto alto. Torneo Geba, 2 mts.

Fuente: El Territorio.

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1 comentario

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