Cristian Spachuk un rugbier misionero en Francia

Cristian Spachuk en acción con los colores de Portugal. En 2005, debutó oficialmente y luego jugó el Mundial de Francia en 2007 (Foto El Territorio)

Cristian Spachuk en acción con los colores de Portugal. En 2005, debutó oficialmente y luego jugó el Mundial de Francia en 2007 (Foto El Territorio)

Es imposible que pase desapercibido el tono francés durante la conversación. Y el protagonista lo asume con buen humor. “Uno se da cuenta, cuando hablo con mis amigos y la familia, se me hace difícil ubicarme con las palabras”. El responsable de la afirmación tiene nombre y apellido: Cristian Rubén Spachuk, rugbier profesional y con la sangre bañada de tierra colorada en sus venas. Nacido en Centro de Cazadores, Cristian inició su aventura a los 21, cuando decidió probar suerte en Portugal con el deporte que lo atrapó cuando era un adolescente de 15. Y la apuesta salió mejor de lo esperado: jugó cinco años en el país luso, fue campeón, tocó el cielo con las manos cuando disputó el Mundial de 2007 con el seleccionado portugués, y ahora vuelca su experiencia en la segunda división de Francia, ya con 34 años.

Radicado en Bourgoin Jallieu, que forma parte de la región Rhône Alpes, hace ocho años que Cristian está adaptado a la cultura francesa, luego de pasar por tres clubes antes de recalar en el actual, el Sportive Bourgoin Jallieu, donde es referente y capitán. “Estamos a cuatro horas de Turín, Italia; al lado de Lyon -la segunda ciudad de Francia a la cual llegan en 25 minutos-, a París en seis horas en auto, pero tienen el tren y aeropuerto en Lyon”, resume respecto de la ubicación en el mapa. Sin embargo, el ADN misionero está intacto en Spachuk, a quien no le pueden faltar el mate, la siesta y alguna receta de la abuela. A fines de la temporada pasada, sufrió un desgarro del cuádriceps, y un mal diagnóstico de la parte médica del club demoró la recuperación. Ahora, dentro de un mes podría regresar, “hubo cuatro partidos en los que estuve afuera. Ahora hay una pausa por el Mundial, lo que me hace súper bien, tener cuatro semanas para me preparar (sic). Y la idea es volver para el segundo partido del bloque -forma de división del torneo-, si todo va bien y no hay contratiempos. Espero que no”.
Se acostumbró a superar obstáculos y a adaptarse, por ejemplo, en su arribo al país galo: “El primer año no hablaba francés y toda la gente me ayudaba para aprender. El segundo año fue un poco más seco el ambiente en otro club y aprendés o aprendés”. Previamente le agregó un toque portugués a su lenguaje -pasó cinco años en Lisboa-, en la época en que a su habitual rol de pilar debió complementarlo con jugar de segunda y tercera línea.

Cuando te fuiste de Misiones, ¿qué se te pasaba por la cabeza?
(Risas). Si te digo ‘nada’, quedo en ridículo, pero era el saber. El bichito que lleva a decir ‘probá, qué se pierde: nada. Y si te va mal, no te adaptás, volvés a casa’. Era una oportunidad única en ese momento. Cursaba un terciario, no había buenas expectativas, la situación financiera estaba mal; la situación laboral no era la mejor y bueno, te quedás acá y ves qué pasa o te vas allá.

Apenas llegaste y empezaste a jugar, dijiste ‘creo que me va a ir bien’.
Cuando llegamos, era un país con buen fútbol donde jugó Caniggia, pero de rugby no conocíamos mucho. Nos fue muy difícil adaptarse a la vida portuguesa. El rugby no era un deporte fuerte, entonces nos fue muy difícil adaptarse a la vida deportiva de Portugal. Obviamente, el segundo año nos mejoraron las cosas y dijimos ‘nos va a ir bien’. No es que llegué a Portugal, vi y dije ‘voy a vivir del rugby’. No fue planeado, vivimos el día a día. Nos fue bien la falta de planificación a largo plazo.
El entrecruzamiento del francés retorna en la charla. “No planicié (se le entremezclan las palabras) -planifiqué-. Me preguntaste, ¿pensaste si iba a vivir de esto? Me hubiese gustado, a todo deportista le gustaría, pero nunca pensé seriamente en que iba a vivir de esto. Una sucesión de situaciones llevaron hoy en día a poder vivir y formarme”, sugiere.

¿Qué te identificó de Centro para ser lo que sos?
Rugby. Eso aprendí en Centro. No conocía nada. En el colegio reclutaron y nunca más me fui, tenía 15 años, era un buen grupo cuando empecé a entrenar. Estaba en el Janssen, eran varios chicos de ese colegio. La primera vez dije ‘no, rugby no’. No lo conocía. Después nunca dejé de jugar. Había buenos chicos, eso era Centro: las ganas de jugar, de no dejar nada para atrás. Sin ese grupo iba a ser difícil para mí. Hicimos un buen grupo de amigos y eso te llamaba la atención, te quedabas pegado a eso. El mejor logro fue el grupo de chicos, me marcó. Que el rugby te hace amistar para toda la vida es verdad.

¿Y consultás cómo está el equipo, el club?
Hay maneras de seguir las cosas buenas y malas. Obviamente las cosas malas llegan más rápido, pero estás al tanto. Más cuando la familia está ligada al club, siempre hay información que llega.
En Portugal, siempre jugó en Os Belenses, club con el cual en el primer año fueron campeones junto a su compañero Walter Libutti, “nos adaptamos rápido en lo deportivo. Hubo un grupo de jugadores, no eran todos profesionales, pero era sólido. Y nos ayudó para lograr el campeonato. Fue muy hablado a nivel interno en Portugal, porque el club mucho tiempo no salía campeón. Fue algo lindo.”

¿En algún momento tuviste que hacer otra tarea mientras jugabas?
El primer año conseguí un trabajo, al lado del rugby. No era la idea dejar de jugar. Después recién en 2005-2006 conseguí trabajo, hasta finales del 2007. Jugaba y trabajaba, hasta que me vine a Francia. Era semiprofesional.

¿Cómo surgió nacionalizarte, lo dudaste?
A esa altura no sabía. Conocía a algunos jugadores de la selección, pero no tenía conocimiento de que el proyecto se formó para el Mundial. Cuando me hablaron me reí por dentro y dije ‘¿será?’ Quedaron con la duda. Analizando rápido fue otro caso de… ¿por qué no? Para mejorar en el nivel deportivo ese ‘por qué no’ me abrió la puerta. Si hubiese dicho ‘no’ quizás me quedaba en Portugal. Negociamos y fue la nacionalización y el pasaporte. Fue mucho tiempo de burocracía (sic). Y salió bien (risas).
Hay un alto en el diálogo. “Me están haciendo chantaje, mi hijo no se quiere ir a la cama”, avisa Cristian a El Territorio, mientras trata de convencer al pequeño Santiago de cuatro años que es hora de dormir. Luego subraya, “los chicos se fueron a la cama, tranquilo, tengo tiempo”, en referencia al varón y a la pequeña Emma de dos años y medio.
Otra vez metido de lleno en su idilio con Portugal -a tal punto que su esposa es de esa nacionalidad- el deportista misionero repasa: “Jugué los cuatro partidos (del Mundial 2007), llegué con otro riesgo. Porque el inicio de ese año me operé de la cervical, hubo casi un año y medio de partidos. Creíamos en ese proyecto, que lo podíamos lograr. Hubo casi un año que jugué con dolores, muchas cosas que te limitan a nivel deportivo y de calidad de vida. Hasta que para la última fase de calificación para ir al Mundial, inicios del 2007, no podía más. No dormía a la noche, consulté médicos especialistas de la columna y me dijeron que era posible operarme y en dos o tres meses hacer la preparación para el Mundial. A esa altura quedaban tres partidos todavía. No podía seguir, el cuerpo me decía ‘pará, operate’.
Pasan a Marruecos y los dos partidos con Uruguay. Llegué con la mejor preparación, en buena forma y pude ganarme el puesto para los cuatro partidos.

¿Te emocionaste en el primer partido del Mundial?
Me emocioné cuando clasificaron. El primer sentimiento era que si me recuperaba iba a ser actor del sueño, no iba a ser un observador más de un grupo de jugadores con los que me entrené. Cuando clasificaron fue una gran emoción, pero la emoción del primer partido fue diferente. No digo que no estaba emocionado, lo estaba. Estoy ahí, el sueño es verdad. No fue una jodita de Tinelli, pasó. Bastante difícil de explicar la sensación que tenés.

¿Fue lo más fuerte entonces?
Es lo mejor que pasó a nivel deportivo. Es un Mundial, los mejores equipos del mundo y sos uno de los 600 jugadores -de los millones- que están inscriptos en ese Mundial. Deportivamente fue una catástrofe, no marcamos un solo try, perdimos los cuatro partidos, pero tu nombre está ahí. Participaste y no te olvidás. Hoy, después de ocho años, hay gente que te dice ‘jugaste contra los All Blacks, contra Escocia’. Siempre hay ese momento en que estás con alguien y te habla y volvés ocho años atrás. Te emociona cada vez que tenés que hablar de eso, se vienen muchos recuerdos a la cabeza.

Lo tuviste a Daniel Hourcade -como entrenador de Portugal-, ¿qué concepto tenés de él y cómo lo ves en Los Pumas?
Lo conocimos a él en Portugal. Y nos hicimos muy amigos de los chicos que vinieron de Tucumán. (Daniel) Era alguien que vivía el rugby, no necesitaba buscar vueltas para hablar de rugby. Te sentabas y hablabas. Era una persona muy macanuda, simple; nada complicado. Para él también fue un sueño hecho realidad ser entrenador de Los Pumas, conseguir ese título de entrenador de Los Pumas y en un Mundial dirigir al país. No me puedo imaginar, te diría que me imagino pero te estaría mintiendo.

¿Y a Los Pumas cómo los ves?
Hubo un progreso, lástima que no se dan los resultados. Pero hay que tener en cuenta que juegan con las tres potencias mundiales. No podés esperar que ganen todos los partidos, pero se nota. Tuvimos la oportunidad de verlos contra Francia en París (a fines del año pasado) y fue los huevos argentinos y la calidad de los últimos años que le permitieron ganar el partido. Si no entraba en el Cuatro Naciones igual te diría que Argentina es potencia. Como argentino me gustaría que sean campeones; le ganamos bien a Sudáfrica en el Cuatro Naciones, ojalá podamos mantenernos en este torneo donde tenés que estar al mil por ciento todos los días. Vimos un equipazo que no arrugó para nada, hay posibilidades, esperemos que se reproduzca lo del 2007.

¿Y a Cristian qué lo ves haciendo en el futuro?
(Risas) Otra pregunta. Intentando ser el mejor padre de familia. La única cosa cierta que te puedo decir. El resto, veremos. Tenemos contrato hasta 2017, con posibilidades de un año más. Jugar al rugby, terminar el curso (de entrenador) y la familia. Serían las tres cosas en este momento de vida en un futuro.

Fuente: El Territorio.

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