Ruiz: “El vóleibol me abrió muchas puertas”

Ruiz: “El vóleibol me abrió muchas puertas”

Varios paquetes de yerba mate y el infaltable dulce de leche. Mucho más que ilusión hay en la valija de Macarena Ruiz (22), que este viernes emprendió camino hacia Estados Unidos, donde continuará su carrera en el vóleibol. La misionera sumó a su cinematográfica carrera deportiva un nuevo capítulo de esos que resultan increíbles, tal como en 2015, cuando pasó de jugar en la liga provincial al Sudamericano de Clubes en Brasil, ante las mejores del continente.

Una beca otorgada en la Fiesta del Deporte 2016 de Primera Edición y el trabajo incansable del Damus Collegue Recruiting, a cargo de Fernando Damus, allanaron el camino para que la jugadora de San Vicente se afinque desde las próximas horas en la Colby Community College, en el estado de Kansas, donde cumplirá con una beca deportiva y de estudios.

Antes de partir, durante sus últimas horas en suelo misionero y tras comenzar con la siempre difícil despedida a familiares y amigos, Macarena visitó a El Deportivo, repasó su meteórica carrera, confió sus metas para esta nueva etapa y confesó que, pese a la distancia, mantendrá vigente el mítico ritual del mate misionero.

 

Maca, antes que nada… ¿cómo empezaste con el vóleibol?
Arranqué de casualidad. Era 2012 y yo estaba muy metida con el tenis, pero mi mamá empezó a jugar al vóley en el club Huracán con Martha Prieto y Hugo Monzón. Todos los sábados jugaban una liga y siempre iba a verla, hasta que un día no completaban. “Hija, andá a cambiarte y jugá”, me dijo. Yo primero le decía que no, que se deje de hinchar (risas), pero me cambié y jugué. Tenía 16 años.Ganamos ese partido y me invitaron a jugar con el equipo, pero les dije que no, porque estaba a full con el tenis y terminaba tarde de entrenar.

 

¿Y cómo empezaste a entrenar y dedicarte de en serio?
Y bueno, todos los días mi mamá entrenaba en el club y yo iba a esperarla allá. Y de a poquito me fui metiendo en la cancha, más que nada para hinchar. Y en esos entrenamientos, Hugo y su hija me preguntaron si quería jugar en la Sub-16. Y de a poco empecé a entrenar. Y así. Hasta que un día dejé de jugar al tenis por completo y me metí de lleno en el vóleibol.

 

¿Te gustó enseguida?
Era un deporte distinto. El tenis era individual, estaba sola en la cancha, pero acá era un grupo. Me costó mucho cambiar la cabeza. Pero armamos un equipo, un grupo tremendo, viajamos a Mar del Plata, Chaco, Santa Fe. Y bueno, se fue dando, me fue gustando. Empezamos a jugar y ganar torneos por todos lados.

 

Hasta ahí, lo “normal”, diríamos, pero ¿cómo pasaste de jugar en Misiones a estar en un equipo de la Liga Nacional A-1 y jugar un Sudamericano de Clubes?
Todo eso fue muy loco. Era en 2015. Yo estaba de vacaciones en Brasil y una jugadora de Sarmiento de Chaco, con la que había jugado mucho en contra… Ella estaba jugando en Villa Dora de Santa Fe, en la A-1, la máxima categoría nacional, y me dijo que estaban necesitando una punta y que me iba a llamar la entrenadora del club. Y era cierto: días después, me llamaron, me pidieron un video mío jugando, que mandé uno malísimo (risas) y me dijeron que vaya a Santa Fe para una prueba.

 

Era un sueño hecho realidad… ¿qué te pasaba por la cabeza?
La verdad es que no entendía nada. Aparte llegué al club y las chicas medían todas de 1.80 para arriba. Yo me daba vuelta, miraba a mis viejos, que me habían acompañado, y me preguntaba a mí misma qué hacía ahí. Fueron tres días de entrenamientos y la técnica me había dicho que quería contar conmigo para las inferiores. Pero lo que pasó después, fue increíble: ya me estaba yendo, bajando las escaleras, y me gritan, “Maca, no te vayas que tenés que venir a firmar el certificado médico, vos vas a Brasil con el equipo”. Yo no lo podía creer. Firmé todo sin entender mucho, sin caer. Y meses después, estaba jugando el Sudamericano en Sao Paulo.

 

¿Cómo fue ese salto?
Fue algo increíble. Ese cambio de jugar acá y después ir al Sudamericano… No sé, hasta hoy no le encuentro explicación. Pasé de jugar acá a enfrentarme a Gaby Guimaraes, Taisa, Natalia, todas jugadoras de la Selección Brasilera. Encima concentrábamos en el mismo hotel. Yo ni las conocía, pero empecé a darme cuenta de quiénes eran cuando mis compañeras empezaron a cruzarse con ellas y pedirles una foto. Imaginate que subí al ascensor con Bernardinho, el entrenador de Brasil, sin saber quién era… Él me preguntaba cómo nos había ido y yo le contestaba sin saber quién era (risas). Y bueno, cantar el himno dentro de la cancha es lo mejor que te puede pasar…

 

En Santa Fe tuviste una verdadera etapa dorada…
Sí, me fui en 2015 y volví en diciembre de 2018. Pude jugar en lo máximo a nivel nacional, contra clubes como Boca Juniors, San Lorenzo, River Plate, Estudiantes y Gimnasia de La Plata. Decidí volverme a fines del año pasado, porque lo sentí como un ciclo cumplido. Arrastraba un desgaste mental importante, imaginate que terminábamos de entrenar el 20 de diciembre y el 3 de enero ya estábamos de vuelta de pretemporada, sin descanso durante todo el año. Llegaba un momento en el que hacíamos triple turno y a la tercera semana ya no podíamos ni vernos las caras (risas).

 

Marcaste un hito en Villa Dora… Fueron campeonas en 2016 y te transformaste en la primera y única misionera campeona nacional de clubes de vóleibol…
Sí, en 2015 perdimos la final contra Boca pero al año siguiente nos tomamos revancha. Ser la única misionera campeona es un orgullo, una alegría enorme.

 

Hablemos de lo que se viene… ¿cómo llegó la oportunidad de jugar en Estados Unidos?
Recibí la beca del Damus Collegue Recruiting en la Fiesta del Deporte de 2016. Esa fue una noche soñada, porque gané la terna de vóleibol y después recibí esa beca. Fernando, quien fue mi profe de tenis y a quien también agradezco mucho por todo esto, tiene ese proyecto en el que recopila información de jugadores, sobre todo de tenis, suma un video y se lo envía a las universidades de Estados Unidos. Siempre lo hizo con el tenis pero, en mi caso, fue también con el vóleibol. Ya al año siguiente llegaron los primeros ofrecimientos pero no eran becas completas, sino que tenía que pagar 5 o 6 mil dólares. El año pasado, otra vez hubo acercamientos, pero tampoco se pudo dar….

 

Ruiz: “El vóleibol me abrió muchas puertas”¿Y este año qué pasó?
Este año dije que me iba a dedicar al beach voley, que fue lo que hice durante el verano. Y el 30 de abril, el “Pulga” Damus me manda un audio y me cuenta que habían llegado dos mails de universidades que me ofrecían beca completa, pero tenía que rendir un examen internacional de inglés y sacar al menos 60 puntos. Tenía sólo un mes para prepararme, estuve a full y me fue mal, saqué 34. Por fortuna, esas dos universidades me dieron la posibilidad de esperarme, pero a los dos días la Colby Community College se comunicó y nos dijo que no hacía falta ese examen, que sólo necesitaban una entrevista. Y ahí enseguida la coach se contactó, me agregó al grupo de Whatsapp y ya empezamos a conocernos. Hay chicos y chicas de Puerto Rico, Francia, Serbia, España y dos argentinas más.

 

¿Vas a seguir con Arquitectura?
Esa era mi idea, pero en Colby no está la carrera, entonces estoy viendo si hay algo relacionado o si directamente me vuelco hacia algo ligado al deporte.

 

Horas antes de tomar el avión, ¿qué sensaciones tenés?
Un montón de miedo (se ríe), mucha incertidumbre porque es otra cultura, otro idioma, otro manejo del estudio, hasta otra manera de jugar al vóleibol. Hasta ayer (por el jueves) no caía, pero empecé a caer cuando viajé a San Vicente para despedirme de mi abuela y de mis tíos. Tengo muchas ganas de ir y hacer lo que tengo que hacer, volver recibida, con el título. Esa es mi meta. El título, pero también la experiencia.

 

¿Cuánto dura la beca?
Esta beca es de dos años pero, si todo va bien, si mi rendimiento es bueno, puede llegar a extenderse por otros dos años más en esa universidad o incluso puedo recibir ofertas de otras casas de estudio.

 

¿Qué es lo que más vas a extrañar de Argentina?
Me llevo yerba y dulce de leche en el bolso, pero voy a extrañar con quién tomar mate. Vamos a ver cómo son las cosas allá.

 

¿Qué es el vóley para vos?
Tengo sentimientos encontrados (vuelve a reírse Maca), tuve épocas en las que no quería saber nada con la pelota, pero después, con la cabeza fría, me pongo a pensar y me doy cuenta que el vóleibol me abrió las puertas de muchas cosas, conocí mucha gente, tuve el placer de tomar mate con muchas de las chicas que hoy juegan en la Selección Argentina. El entorno del vóleibol es muy sano…

 

El anhelo de la profesionalización

Sobre la profesionalización del vóleibol femenino en Argentina, Maca brindó su parecer, a la vez que relató cómo fueron sus años en Villa Dora, equipo de la Liga A-1 Nacional, donde las chicas no cobraban por jugar.

“No puedo decir si la liga es amateur o no, pero sí los clubes. Tenés a Boca o San Lorenzo que son profesionales, pero Villa Dora y otros tantos no. Villa Dora es un club de barrio que se las amaña. Gran parte del presupuesto es del baile de los domingos, muy tradicional en Santa Fe. Y después, los sponsors. Pero todo es a pulmón”, le contó a El Depor.

¿Qué falta para que el vóleibol despegue y sea profesional como en otros países? “Falta que le den bola”, resume Maca.

“A mí me gusta el fútbol, pero lastimosamente en nuestro país todo es fútbol y nada más. Hay muchos deportes en los que se viaja a mundiales y no se dice nada. Todo gira en torno al fútbol, te ponés a hacer zapping en la tele y tenés cuatro canales que son todos de fútbol, después hay dos que pasan la NBA, otro las carreras de auto, y nada más”, explicó Ruiz, quien recordó que para que transmitan los partidos definitorios de Villa Dora “teníamos que pelear porque decían que Santa Fe estaba lejos, que el club no tenía lugar para las cámaras. Hay que replantearse muchas cosas”.

Fuente: Primera Edición.

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