“Es lindo ver que todo el sacrificio dio sus frutos”

“Es lindo ver que todo el sacrificio dio sus frutos”
“Este Mundial lo estoy viviendo de manera muy especial, tanto adentro de la cancha como afuera. Es algo muy lindo. Requirió mucho esfuerzo de mi parte, para llegar acá y estar en la selección significa mucho para mi, porque dejé mucho en el camino”, contó a Wilson Acosta desde Túnez.
El pibe de 18 años está en África con la selección argentina Sub-19 de vóley disputando el Mundial de la categoría y haciendo historia con la Albiceleste.
“Es lindo ver que todo el sacrificio dio sus frutos”, agregó el opuesto de la Tierra Colorada. Es que Wilson dejó Misiones cuando apenas tenía 16 años para ir a jugar a San Lorenzo. Se bancó estar lejos de su familia y de sus amigos para concretar el sueño de poder dedicarse al voley, su gran pasión. Pero, de a poco, fue superando barreras y hoy disfruta de lo bueno que le toca vivir.

“Al principio me costó acostumbrarme, ya que era complicado manejarme en un lugar tan grande, pero ahora ya se me hace normal. Extraño a veces, pero ya lo sé manejar, porque tanto ellos (su familia) como yo sabemos que estamos lejos”, recordó el misionero, que es uno de los goleadores de Argentina en el Mundial.

Paso a paso

Wilson llegó al vóley casi de casualidad. “Empecé a jugar porque mi mejor amigo Iván me pidió que lo acompañé a ver un entrenamiento. Él jugaba. Faltaba uno en el entrenamiento y el entrenador me dijo si podía ayudar y me metí a entrenar y me gustó mucho el deporte y ahora acá estoy”, contó entre risas el jugador de Defensores de Banfield.
“Lo que más recuerdo de mis inicios era la forma de enseñar de mi profesor. Nunca me voy a olvidar y siempre voy a estar agradecido a Pichi Monzón, porque me formó y si no fuera por él no estaría acá. Tiene todos los créditos”, se sinceró Wilson, quien no se olvida ni de sus compañeros ni de sus inicios en Cerro Azul.
“Recuerdo los torneos que tuvimos, los Juegos Misioneros, los Evita. Todo eso forma parte de algo muy importante para mí”, agregó.
Pero el camino del misionero tenía más capítulos. Dejó su provincia natal y se fue a vivir a Buenos Aires para jugar en San Lorenzo. “A San Lorenzo llegué porque me vieron en la Copa Argentina sub 15 de 2016. Ahí me llamaron y aproveché la oportunidad”, comentó.
A pesar de la distancia, la familia es un pilar muy importante para el opuesto y por eso los primeros momentos lejos de casa le costaron un poco, aunque las grandes alegrías estaban por llegar.
“Me tocó adaptarme a un nivel de entrenamientos mucho más intensos. A jugar con sistemas de defensa y bloqueo, que se ocupa mucho en los partidos difíciles. Me ayudó a mejorar la cabeza, porque es un deporte en el que se necesita mucho de la cabeza, para estar todo el tiempo enfocado y tuve que cambiar bastante”, recordó el misionero acerca de sus primeros días en Buenos Aires.
“Lo que más me costó fue adaptarme al ritmo de entrenamiento. En Buenos Aires tenés partidos todos los fines de semana y en Misiones no hay ese nivel de juego”, agregó.
Wilson relató cómo fue su camino hacia la llegada al equipo nacional: “Mi actual técnico era el técnico de San Lorenzo el año pasado cuando estaba ahí y cuando se fue me ofreció irme a Defensores de Banfield. Este año estaba en la selección, pasé a una observación y a partir de ahí me empecé a hacer un lugar en el equipo”.
Pero más allá del buen momento que está pasando en Túnez, el misionero sueña en grande. “Ahora mi meta es terminar lo mejor posible el Mundial y después intentar jugar una Liga 2 o una Liga Nacional, que es mi objetivo para el año que viene”.
Fuente: Diego Vain, El Territorio.

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