Vine a ver squash y me encontré con Tokio

Vine a ver squash y me encontré con TokioDe locos. Vine a la “tierra colorada” a ver squash. Llegué a Posadas, la capital provincial de Misiones a realizar mi habitual tarea de presentación y difusión del squash. Un referente de este deporte en la región, José María Ramirez, me convocó y llegué a esta provincia por primera vez. Llegué con expectativas pero también con pruritos. La escasa información que los medios nacionales le dedican a Posadas y Misiones toda ahora entiendo porque ocurre. La tranquilidad de su gente, el clima, el río, la filosofía de vida, generan un standart diferente.
¿Qué hay problemas? Si claro, muchos y graves: corrupción, droga, inseguridad, políticos con mucho poder, las fronteras permeables, capitales de dudoso origen traducidos en torres cada vez mas altas, etc, etc, etc. Pero no reina ni la locura ni la histeria. Todo fluye con normalidad, tranquilamente, con una pasividad que sorprende, que produce sana envidia.Vine a ver squash y me encontré con Tokio
En ese marco atravesé 72 horas que para mi delirio permanente fueron trepidantes. A puro squash vernáculo. Estando donde hay que estar, recibiendo calor y amor en cada paso, en cada gesto, en cada intervención, siendo valorado y admirado. Caricia para el alma. Mi profesión me ha reservado un lugar de privilegio con el squash y el pádel. Los jugadores tienen su punto de partida en “la T”, yo “mi T” , son líneas imaginarias que se encuentran en cualquier lugar del mundo y que se juntan siempre en la palabra deporte. Uniendo destinos. Destino que al final de mi corto periplo posadeño me tenía guardado una grata sorpresa.

En el mientras tanto la amabilidad del habitante de Posadas, su belleza natural, lo que el hombre mejoró a través de la implementación binacional de Yaciretá, su vínculo permanente con Paraguay, con Encarnación por intermedio de un puente, su comida, su mate, su clima, sus esculturas, su historia, su deporte. Un deporte que sin tener un elenco en el fútbol de elíte como lo fue Crucero del Norte o un equipo de básquet de Liga Nacional no trasciende ni en volumen ni en calidad. Ya Acasusso en tenis no juega mas. Las estrellas se apagan y su deporte no luce. Guaraní Antonio Franco tiene una historia conmovedora pero su presente es devastador.
Pero Ramirez y su gente tienen un bastión inexpugnable con el squash y también con el “Lomas Rugby Club”, un sitio donde 8 locos con ADN Puma de la nada formaron un club donde la guinda es su filosofía de vida.
Pero este buen hombre seguía hablándome de una sorpresa el domingo a la tardecita después que pase el temblor.
El deporte por el cual llegué a la “tierra colorada” me mostró un correcto nacional. Mas de un centenar de de fanáticos que sostienen esta actividad. Con una pequeña estructura pero fiel. He comprobado que el espíritu de los viejos nacionales se está recuperando de a poco. Pudimos apreciar el piberío nacional dándole color y calor a la contienda Argentina. La mezcla necesaria de reunir en un mismo evento a los chicos y los grandes, así debe ser. Vimos la vigencia de Robertino Pezzota ganando el torneo ante un Miranda que recobró sus potencialidades que lo destacaron. Observamos la final de damas con Pilar Etchechouty superando a Camila Grasso en duelo de “2” y “3” del país, eso es bueno. Fernando Molina ganando intermedia. El inmenso aporte del Club Regatas Resistencia Chaco metiendo en muchos casos de los menores el tándem 1-2, todo un símbolo de desarrollo del interior que ahora se traduce en resultados, Mar del Plata con mas de una docena de jugadores, el club local y sus títulos, la historia centenaria del Club “Bajada Vieja” y la calidez de “Misiones Squash” , la evolución de Jere Azaña y el acompañamiento cercano de una familia compenetrada con la causa, fueron algunos de los aspectos salientes de un evento que cayó como anillo al dedo: justo en la semana donde el squash ha sido incorporado a la estructura olímpica por intermedio de los “Juegos de la Juventud” a celebrarse en Buenos Aires el próximo año.
Ya terminado todo en tiempo y forma, comiendo el aún mas rico arroz con pollo ó paella de pollo que quedaba de la reunión sabatina habitual muy bien servida, dos horas en el hotel y a quedar a expensas del organizador que me llevaría al destino apuntado desde que apenas llegué a esta tierra roja. Mi destino estaba jugado, sabía que me dirigía a una aventura. Mágicamente de estar en Posadas, Misiones, pasé a estar en Tokio, la tierra del Sol Naciente, transitando apenas 20 cuadras. De locos. Pasé de ver un deporte individual a otro de conjunto. Pero ya estaba en territorio “nipón” y eso generaba un respeto especial.
Ramirez me invitó a una fiesta donde había 1.500 personas amontonadas en un pabellón tras una ilusión. Ingresamos al reciento y a partir de allí se me vinieron a la mente recuerdos de mi adolescencia en Mardel. El Piso de los deportes, el gimnasio de Sporting, el “Jose Martinez”, el “Valentín Perez”, el “quincho” de Unión, el “Américo Gutierrez” por momentos pasaron por mi cabeza cual diapositivas. Había entrado a un gimnasio de básquet, aun club de básquet. ¿En Posadas?…no… al Estadio de Tokio. Allí en ese sitio tan folklórico no jugaría ni el Pato Garino, ni el facu Campazzo, ni Leo Gutierrez ni Manu ni a Takahara. Incluso no es un match de Liga Nacional, ni TNA ni Federal. La final del torneo Provincial. Pero el ámbito estaba ambientado para que fuera una fiesta, un evento trascendente para el club y la ciudad. Estadio humilde pero cálido, en ebullición, no había lugar para otra cosa que ganar, la gente bramaba. No cabía un alfiler. Los relatores de Radio Provincia se confundían entre los barras del local Tokio que con bebidas espirituosas y algún humo con dudoso olor no paraban de alentar: “hoy no podemos perder”. Sus rivales: Tirica de Eldorado, también con sus hinchas. La capital contra el interior.
Partido tenso y vulgar, excento de todo tecnisismo. Dicen que así se juegan las finales. Enorme voltaje, pulsaciones a tope e ir para adelante. A falta de 4 segundos Joaquín Hofbauer ponía el 65-64 que le daba al local el título, se gastaba festejo a cuenta. En la reposición Andrés Paredes clava uno de tres para dejar mudo a casi todo el estadio. Tirica 67 Tokio 65. Faltaba un segundo. Historia sentenciada. Pero Daniel Tabbia sin tiempo para nada, tiró un misíl y se incrustó en los piolines cuando el timbre sonaba impiadoso. 68 a 67 ganó Tokio. Todos nos abrazamos, todos gritamos ese triple. Una película de Spielberg. Hazaña, delirio, fiesta, invasión del rectángulo. Fiesta en el gimnasio oriental, fiesta del básquet en Posadas.
Mis pulsaciones estaban alteradas, no reaccionaba sobre lo vivido en un lugar extraño para mi. Estaba en Tokio pero en Posadas.
Fui a ver squash en Posadas y terminé viendo básquet en Tokio. Una rareza que jamás entenderé.

Fuente: Ernesto Gallardo, prensa Federación Argentina de Squash.

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