Después de quedar en las puertas del ascenso en sus primeras dos participaciones en el Argentino A, Julio Koropeski decidió arriesgar un poco más y conformar un plantel realmente competitivo. Se mantuvo la columna vertebral de años anteriores, y llegó un total de 14 futbolistas que, sin dudas, potenciaron el nivel individual y colectivo del equipo.
Con excepción de Jorge Maslowski y José Gamarra, los otros 30 integrantes de la lista de buena fe tuvieron minutos en cancha, y todos aportaron a la causa del ascenso.
Pero esta vez los refuerzos estuvieron a la altura de la circunstancias. O al menos fueron decisivos para alcanzar el objetivo. El gran acierto fue, sin lugar a equivocaciones, Pablo Motta, el hombre de los goles importantes que se tuvo que acomodar con el correr de los partidos.
Aguerrido y polémico tanto dentro como fuera de la cancha, el mediocampista no fue bien aceptado por algunos de sus compañeros en sus primeros días en Santa Inés. Su irascible comportamiento muchas veces lo llevó a confrontar incluso con los referentes del plantel, pero con el correr del campeonato se hizo un lugar a fuerza, sobre todo, de buenas actuaciones, y terminó siendo un arma fundamental para el técnico Pedro Dechat, quien en más de una ocasión lo definió como “un guerrero con personalidad para este tipo de torneos”.
Dechat tuvo el ojo clínico que necesita todo entrenador que apuesta a grandes cosas y dio en la tecla con la llegada del cordobés.
No sólo emergía un volante con ida y vuelta, carácter y temperamento, algo que siempre pidió el técnico, sino un futbolista que impuso respeto en los rivales, que oxigenó el medio y, sobre todo, que aportó goles, y decisivos, en el tramo final de la competencia.
Motta había enamorado al entrenador en el certamen anterior, jugando para Central Norte de Salta, y por eso no dudó en sumarlo para esta temporada.
Después de su primer gol a Sportivo Belgrano, su segundo tanto se lo convirtió nada menos que a Central Norte, y sirvió para abrir el camino rumbo al triunfo y empezar a afianzarse como líder de las posiciones.
De todos modos, sus conquistas importantes no fueron aquellas, sino las que vendrían en el Undecagonal final rumbo a la B Nacional y donde esperaban los otros 10 mejores equipos de la competencia.
Después de la derrota en Santiago del Estero frente a Central Córdoba, por la segunda fecha, el propio futbolista le confió a El Territorio que “sabemos lo que nos estamos jugando y ahora tienen que aparecer los verdaderos jugadores”.
Y efectivamente acertó. Tres días más tarde, Pablo Motta marcó los dos tantos para el triunfo 2-0 en casa sobre Racing de Córdoba, su ex club, resultado que puso al Colectivero en los puestos de arriba. Esa victoria, sin dudas, renovó las esperanzas y permitió encarar lo que venía con otra mentalidad.
Y el más importante llegó ayer. En la primera Pereyra se quedó con el grito, pero en el rebote no perdonó y con su clásico zurdazo selló el ascenso colectivero.
Fuente: territoriodigital.com
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