Vega: “Voy a correr hasta que Dios me diga basta”

Vega: “Voy a correr hasta que Dios me diga basta”Fue un excelente año para Nilda Vega (60) y todo parece indicar que el 2020 será aún mejor. Este 2019 se consagró en el Campeonato Provincial de Atletismo de Calle en una categoría menor y más exigente a la que le corresponde y, ya clasificada al Mundial de Toronto, comenzará a trabajar para reunir los fondos para poder estar presente en la cita mundialista. “Voy a correr hasta que Dios me diga basta”, dijo.

Nilda llegó a la cita con El Deportivo con algunos de sus trofeos, medallas y una carpeta llena de recortes de diarios y fotos que demuestran su compromiso y trayectoria con el atletismo.

El trofeo que sobresale es el del Campeonato Misionero de Atletismo de Calle, en la que se consagró campeona este año luego de pedir pasar de la categoría F a la E, una más exigente. Ese pedido se materializó cuando se iniciaba el 2019, y tuvo una respuesta positiva. Entonces Nilda se metió a correr con atletas más jóvenes y en una distancia mayor a la que le correspondería por su categoría.

“Yo debería correr sólo 5 kilómetros, pero a principio de año presenté una nota al presidente de la Asociación Misionera de Atletismo de Calle, pidiendo correr 10, es decir, bajar una categoría. Mi idea era competir con maratonistas más jóvenes”, dijo Nilda a El Deportivo. Su categoría es F, a la que le corresponde una distancia de 5 Km; y ya avisó que en 2020 volverá a pedir que le permitan bajar de categoría.

Este fue el primer año que lo pidió de manera oficial. “Hubo un año que determinaron que los maratonistas de 50 a 54 años debían correr 5 Km. Yo corría los 5 y cuando llegaba al arco, me sacaba el número y seguía corriendo porque era muy poco para mí. Claro que siempre avisaba lo que iba a hacer. Después lo cambiaron”, comentó.

El campeonato misionero tiene ocho fechas. Para poder consagrarse, el maratonista debe tener en su haber seis carreras válidas. Nilda tiene siete. La única en la que no pudo estar fue la fecha seis, porque viajó al 40º Campeonato Nacional de Pista y Campo que se realizó en Mendoza, de donde se volvió con la medalla de oro.

“Pero no perdí mis puntos porque le sacaba varios a la segunda”. La última carrera coronó la consagración en su categoría y, aunque este año no premiaron la general, por puntos quedó segunda. Para aplaudir.

Para alcanzar estos números, Nilda se entrena todos los días. Se toma alguno de descanso, es cierto, pero tiene una rutina bien armada para correr siempre. Si hasta de vacaciones se lleva un cuadernito con las indicaciones de su profe y corre en la playa. “Entreno de lunes a viernes. Lunes, miércoles y viernes de 20 a 22. Llegó a las 19 de trabajar, me cambio y me voy a entrenar. Martes y jueves entreno a la tarde porque tengo libre. Ahora también sumé el entrenamiento de 5.30 a 7 de la mañana. Los domingos hacemos fondo con mi grupo de Posadas Running con el profe Richard, entonces suelo descansar los sábados”. Puro compromiso con una pasión en la que arrancó cuando estaba en la secundaria.

Cómo arrancó todo
“En la secundaria siempre te enseñan alguna disciplina. En ese entonces nos daban salto en alto”, recordó Nilda. Pero los elementos no eran los que se utilizan tradicionalmente: en vez de un colchón inflable sobre el que caer, tenía uno de goma espuma. Cuando su mamá se enteró de esto no le dejó seguir con el salto alto “porque era peligroso”. Entonces Nilda agarró la bici, que también tuvo que dejar porque una vez se cayó y volvió a escuchar a su mamá. Pero mientras, siempre corrió. No lo hizo de manera oficial hasta que empezó la nocturna luego de casarse.

“Me iba a hacer cursos a la nocturna, hacía manualidades. Un día se hizo el Intercolegial de Nocturnos. Fue en el primer tramo de la costanera, se juntaron todos los colegios, se largó y el que podía caminar, caminaba y el que podía correr, corría. Yo directamente me anoté para correr. Se largó, yo largué pitando (sic), esa era mi primera competencia. Y llegué primera de todos”, recordó. Ya se avizoraba algo del futuro que le esperaba.

Al otro día fue recibida con una pequeña fiesta en la escuela por lo conseguido en los Intercolegiales. Así empezó a correr, siempre en ese tipo de competencias. “Antes salíamos del Instituto del Deporte, y siempre iba, no tenía ni zapatillas. Dejaba a mis hijos y me iba”.

Para ese entonces, Nilda estaba casada y tenía tres hijos. Y seguía corriendo. Entrenaba sola, pidió permiso para hacerlo en el predio del Ejército, donde iba todos los días. Hasta que su hija mayor habló con Irina Argüello, maratonista, y le contó que su mamá corría. Irina la invitó a correr, Nilda aprovechó la oportunidad y comenzó a entrenar con ella.

En ese entonces, su marido estaba enfermo y estuvo internado un tiempo en Buenos Aires. Nilda estuvo con él hasta que se enteró de la Fiesta Maya, una carrera de 10 kilómetros que se hace en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) durante los festejos por el mes de Mayo. “Fue mi primera carrera. Corrí mientras mi marido estaba internado. Cuando él se enteró se enojó pero yo le dije que elegía a mi carrera, que no lo iba a abandonar, pero iba a seguir corriendo”. Una decisión de vida.

Luego su marido mejoró, volvieron a Posadas pero Nilda decidió regresar a Buenos Aires. Sus hijos ya estaban en la secundaria “y ellos saben lo que a mí me gusta ésto”. En Buenos Aires comenzó a trabajar “y corría más”. Incluso su jefe en esos tiempos, Mario Losada, le pagaba los pasajes para que se venga a Misiones a correr algunos maratones. “Él sabía lo que me gustaba correr”, recordó.

Estuvo cinco años en Baires. Comenzó a correr la maratón “Las Chicas”, en el marco de los festejos por el Día Internacional de la Mujer. En su segunda presentación llegó entre las 40 mejores, el tercero también entre las 50 mejores. En ese entonces cambió de profesor y empezó a trabajar con José Martínez, con quien siguió durante diez años, y llegó a quedar entre las cinco mejores de la competencia.

Cuando los 10 Km comenzaron a ser algo poco, Nilda tomó la decisión de subir la distancia y comenzó a correr 21 Km. Nació así el objetivo de llegar a los 42 Km. “Cuando regresé a Posadas volví a entrenar con Irina y le dije que quería correr 42”. Ese objetivo se cumplió en Santa Rosa, La Pampa, en el año 2003. “Fue mi primer 42, fue durísimo. En medio de la carrera sentí un dolor en la panza que me tumbó, un control de puesto vino a verme, pedí Gatorade, tomé y terminé los 42, entre las 10 mejores de la general. En ese entonces me pagaron 1.200 pesos, era mucha plata”, recordó.

Así arrancó con las carreras de 42 Km, que corría alrededor de dos por año. En ese mismo lapso sumaba varias de 21. “Tengo 15 carreras de 42 y de 21 no puedo decir porque perdí la cuenta. De 10 y 5 kilómetros tengo cientas”.

“Sueño con poder estar en el Mundial de Toronto”
Nilda tiene en sus manos la clasificación al Mundial de Toronto, de 42 Km. No será el primero para ella. Ya tiene cuatro en su haber: Porto Alegre, Lyon, Málaga y Hamburgo. “En esos mundiales corrí los 42. Mi sueño es Toronto, ya no fui a Australia el año pasado porque no tenía plata”.

Su primer Mundial fue en Hamburgo, en 2013.”Hacía mucho frío, a pesar de que era primavera. El evento es una cosa hermosa, muchísima gente alentándote. Cuando llegué a la meta tocaron tango, eso fue una cosa de locos”, recordó Nilda mientras buscaba en su carpeta las fotos que perpetuaron ese momento.

En 2014 la cita fue en Porto Alegre. “También fue muy lindo, atravesamos una favela con calles angostas y casas muy precarias. Teníamos que correr con un helicóptero arriba que nos custodiaba y con la Policía montada mientras pasábamos por ahí. Se hicieron dos vueltas, pero ni me acordé de tener miedo porque cuando corro no me acuerdo de nadie, ni si tengo familia, ni dónde vivo, de nada”.

El 2015 la encontró en el Mundial de Lyon, donde tuvo que dar cuatro vueltas a un bosque. “De tanto cruzar me sabía todos los detalles del paisaje. Cuando llegué a la meta los músculos se me contrajeron, pero seguí corriendo. Yo lloraba, me tapé la cara y lloraba. Entré a un estadio y en la tribuna gritaban ‘Vamos Argentina’. Me decían que levante la mano para la foto. Fue mucha emoción”, recordó. Luego, en 2017, viajó a Málaga. Una representante misionera que siempre dejó en alto la bandera.

Ahora buscará hacerlo en Toronto, Canadá, en 2020. Nilda se ganó la clasificación en una maratón en Necochea. Ahora debe reunir fondos para poder viajar. “Si no voy, tendré que esperar dos años más” al próximo Mundial. Se termina el año pero Nilda no tiene descanso. Planea las vacaciones pero siempre con su cuaderno y las instrucciones y actividades que el profe le pide que haga para no perder el ritmo. ¿Hasta cuándo piensa seguir corriendo? “Hasta que Dios me diga basta”, responde con firmeza.

Fuente: Primera Edición.

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