Recta final para Mauricio Lovera hacia los Panamericanos

Recta final para Mauricio Lovera hacia los Panamericanos

El viejo camión inicia esta vez su recorrido en un conocido mayorista de la avenida Quaranta. Un pallet con varias cajas de puré de tomate. Otro con latas de cerveza. Algunos más con bolsas de harina y productos de limpieza. Hora de cargar y salir. Garupá, el sur posadeño, las calles de la zona norte de la ciudad. Hora de descargar. Hay que tener espalda.
Pocos saben la historia que se esconde detrás del repartidor de gorra roja, que suaviza el trabajo pesado con un parlante. “Los dejo locos a todos acá con mi música”, se ríe Mauricio Lovera (22) en su faceta de repartidor, esa que repite mañana tras mañana a bordo del camión.

Por la tarde, Mauri cambia el atuendo. Se pone la malla y entrena duro. Lovera es, desde siempre, un luchador. Tanto arriba del camión como en el colchón. Los de la mañana poco saben que quien les baja la mercadería es campeón nacional de lucha grecorromana y uno de los apenas cuatro misioneros clasificados hasta el momento a los Juegos Panamericanos 2023 de Santiago de Chile, la máxima cita deportiva del continente.

“No sabés la carga de cintura que pego. Tiro cajas a dos manos, me sirve para transpirar un poco. No sabés lo que es descargar a mano un pallet de harina a mano. Y lo que hago acá después lo aplicó en el colchón”, sonríe Mauri ante El Deprotivo, que lo visitó en plena recorrida para conocer cómo se prepara para Santiago, donde buscará un sueño: la clasificación a los Juegos Olímpicos de París 2024.

Recta final para Mauricio Lovera hacia los Panamericanos
CASI UN ENTRENAMIENTO. Mauri Lovera junto a Antonio, a quien acompaña todas las mañanas con los repartos.

Mauri… ¿qué significa ser uno de los cuatro misioneros clasificados a Santiago?

Es algo impresionante ser tan pocos y representar a la provincia y al país. Siento que es algo muy lindo y muy loco. Y también es una responsabilidad. Hay algo de presión, la mente también juega y hay que estar preparado desde lo psicológico. Son mis primeros Panamericanos y voy a enfrentar a luchadores más experimentados, que ya saben cómo manejar la cabeza y los nervios, pero siento que estoy bien y que voy a llegar todavía mejor.

Contanos… estás entrenando de tarde.. ¿y de mañana andás con los repartos?

Sí, sí (se ríe)… El año pasado arranque ‘changueando’. Arranco temprano cargando el camión y en lo que va de la mañana voy descargando. Ahí el turno es de 8 a 13 y después Antonio, el que me lleva a trabajar, me entiende y me deja libre a la tarde para que pueda entrenar. Ahí rescato algunos pesos que ayudan para mis gastos.

¿Cómo te subiste al camión?

Yo entrenaba solo a la mañana, pero como no tengo sparring acá ni nada, justo Antonio me llamó y me dijo si quería ayudarlo en los repartos. Y ya hace un mes que estoy. Y todo sirve, todo ayuda. Repartimos mercadería, alimentos, todo lo básico que vende un kiosco.

¿Te suma eso también a la hora de trabajar los músculos?

Sirve, sirve… (se ríe). No sabés la carga de cintura que pego. Tiro cajas a dos manos, me sirve para transpirar un poco. No sabés lo que es descargar un pallet de harina a mano. Y lo que hago acá después lo aplico sobre el colchón.

Andas toda la mañana por la calle… ¿te reconocen?

Acá en Posadas alguno que otro me preguntó “¿vos sos el luchador que sale en el diario?”. Me pasó tres o cuatro veces que me reconocieron así porque salí en el diario o me ven en Instagram, entonces me saludan, me felicitan, gente que no conozco. Es muy loco todo eso. Y en mayo último me pasó en el CeNARD, en Buenos Aires, que habíamos terminado de competir en el Panamericano de lucha y se me acercó un padre con dos niños de cuatro o cinco años para pedirme una foto. “Desde ayer que te estábamos buscando, queríamos una foto con vos”, me decía el padre, mientras los chicos me abrazaban. Cuando me di vuelta, mi mamá estaba llorando de la emoción. Fue algo muy lindo.

¿Qué sentís cuando pasa eso?

La primera vez fue algo muy loco. Y es algo muy lindo que te reconozcan por lo que hacés. Ahora lo recuerdo y me río, me cuesta creer que se quieran sacar una foto conmigo.

Recta final para Mauricio Lovera hacia los Panamericanos

¿Cuántos países ya recorriste con la lucha? ¿Imaginaste alguna vez llegar tan lejos?

Nunca lo imaginé, es todo muy loco. Ya estuve dos veces en Cuba, cuatro veces en México, dos veces en Colombia y dos veces en Chile. A Europa todavía no tuve la chance, pero tengo fe que se puede dar el año que viene.

Sos del barrio Santa Lucía… ¿qué te dicen tus amigos?

Ellos siguen los torneos a los que voy por Facebook, Instagram o través de los diarios. La mayoría están siempre atentos. Hay uno que siempre que vuelvo me dice “felicidades, sé que estuviste en México representando a los pibes”. Y es que ellos se sienten representados. Yo salí del barrio, entonces cada vez que subo al colchón, ellos me dicen que sienten que se suben conmigo. Ya me lo dijeron varias veces eso. Es algo muy lindo, una motivación más para mí.

¿Y la familia? ¿Cuántos hermanos son?

Están todos contentos, me cuidan mucho. Mis hermanos me retan cada vez que ven que como un poquito de más (se ríe), están pendientes hasta de eso. Mi mamá se llama Carolina y cuida a personas mayores, mi viejo es Claudio y trabaja en una empresa de limpieza. Mis hermanos son Agustín, Candelaria, Katy y Priscila. Y vivimos junto a Fernando, mi tío. Todos me apoyan mucho en esto.

¿Cómo tomaste la clasificación a tus primeros Juegos Panamericanos?

Eso fue una alegría inmensa y una nueva oportunidad para mí, para aprender de mis errores y mejorar. Y lo tomo también como una prueba para saber si realmente estoy preparado para lo que se vendrá. Ahí ya voy a competir con luchadores mayores, atletas que ya estuvieron en mundiales y juegos olímpicos. Y las expectativas son muy buenas.

¿Cómo sigue la preparación para Santiago?

Ahora estoy entrenando a diario en el CePARD, puliendo todo lo técnico y táctico con el profe Eric León; y lo físico con Adrián Báez. Siento que estoy bien y que voy a llegar mejor. Y el 18 de septiembre me voy a Medellín, donde se realizará una base de preparación para los Juegos Panamericanos hasta el 18 de octubre.

¿Te planteaste un objetivo para los Juegos?

La meta máxima es alcanzar la clasificación a los Juegos Olímpicos de París 2024, que habrá plazas para el primero y segundo de mi categoría, lucha grecorromana hasta 67 kilos. Imagínate un luchador misionero en los Juegos Olímpicos, es difícil pero no imposible. Voy a dejar todo para lograrlo.

Sería cerrar un año inolvidable en tu carrera…

La verdad es que es un año muy positivo. Y lo arranqué con todo. Mirá, el 1° de enero a la madrugada, después del brindis, le dije a mi mamá que este iba a ser mi año. Y hasta ahora, se viene dando así. Ojalá pueda ir por más. Voy a seguir entrenando para eso.

Fuente: Primera Edición.

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