El obereño es uno de los mejores del atletismo nacional. Repite a quien quiera escuchar una hermosa historia de superación. Nació en Leandro N. Alem y antes de cumplir el año se mudó a Oberá con su mamá, Margarita, sus hermanos: Claudio, Sandro y Francisco, y su abuela.
Se crió en Villa Christen y cuando tenía 15 años, se fueron al barrio Caballeriza. “A pesar de sus problemas de salud, mamá recorría la ciudad con la venta de limones, paltas y verduras, pero nunca nos hizo faltar nada”, confió.
En todas las fotografías que grafican su trayectoria, en el rostro de Agustín Da Silva (26) se refleja una sonrisa. Y no es para menos. Él mismo repite cuando se presta la ocasión que “el atletismo me cambió la vida”.
Pero el obereño entiende que esta disciplina “no es fácil. No es calzarte una zapatilla, colocarte un reloj y salir a correr. Como decía una compañera, tenés que tener una buena alimentación, un buen descanso, ser disciplinado, tener muchas ganas, mucha garra, a fin de poder transitar muchos años en este deporte que es bastante duro”.
Desde Oberá, donde a los 12 años comenzó a trabajar en los yerbales para ayudar a la economía familiar, y donde también encontró el deporte que le iba a cambiar la vida, Agustín recordó su historia e hizo un balance de lo vivido en estos años.
Cursó hasta tercer grado en la Escuela Nº188, cerca del SAMIC, llevando los útiles en una bolsa de supermercado que colocaba sobre sus espaldas, y luego abandonó. Unos tíos lo llevaron a Buenos Aires por un año y cuando regresó, a los 11, “empecé a dedicarme a la cosecha de yerba con un grupo de amigos, pero no me fue bien. Cuando opté por trabajar solo, empezó a sobrarme la plata. Íbamos de campamento por dos semanas en los alrededores de Oberá, Eldorado. Así transcurrió mi vida durante cuatro años, levantándonos muy temprano, pasando mucho frío, y solo volvía a ver a mamá los fines de semana”.
En cada entrevista Da Silva rescata que esa rutina le permitió aprender a valorar muchas “cosas como la familia, los amigos, la gente. Ese lugar me hizo fuerte y me permitió entender que las posibilidades están pero que tenés que buscarlas. En lo que sea, en la música, en el estudio o como en mi caso, en el deporte”, señaló.
Confesó que hubo un momento en el que había perdido la esperanza “de ser alguien con título, que sería un tarefero más, pero Dios siempre acomoda las cosas”.
“Un domingo, tenía preparado mi bolsito y estaba a punto de salir, cuando llegó a casa la maestra Irma Silvero, de la escuela nocturna para adultos, que le preguntó a mamá si tenía chicos que quisieran terminar la primaria. Yo presencié eso y me dijo, andá mañana a la noche y vamos a retomar. Al llegar, lo primero que vio fueron las rayas en mis brazos. Me preguntó qué me había pasado, y le comenté que era producto de la tarefa. Me pidió que no regresara a los yerbales. ‘A partir de ahora vas a terminar la primaria, vas a seguir mis consejos, y vas a ir al colegio’. Era como comenzar de cero”, expresó.
Dice que, gracias a Dios, tuvo la suerte de “encontrarla. Ese año terminé séptimo y en 2014 entré al CEP Nº 46, donde cinco años después terminé quinto y llevé el título a mostrar a Silvero. Ahí conocí al profesor de educación física Ricardo Azcona, que dijo ‘vamos a entrenar a la pista’, y yo fui el único del curso que le hice caso y ya me quedé porque quería repetir la experiencia que viví a los 9 años, cuando participé de algunas competencias en la pista de atletismo”.
“Con una profesora me trajeron una zapatilla, aunque yo estaba acostumbrado a andar descalzo. No tenía zapatillas para correr. Resulta que cuando me las puse, esas que eran específicas, dije: con estas tengo que volar. En las carreras me parecía que la zapatilla me ayudaba mucho, y trataba de sacar ventaja”.
Tras unos meses de preparación, ganó su primera carrera de calle en la localidad de Puerto Rico. Con el entrenamiento de Fabián Romaszczuk “aprendí muchísimo y me abrió puertas para el alto rendimiento”.
En 2016 corrió el campeonato argentino de cinco mil metros y pudo ganar su primera medalla nacional.
Entonces, “corro para ser libre, para tener un buen futuro, para escaparme de la pobreza, de la mala convivencia. Antes de correr estaba trabajando como cosechero de yerba mate y el deporte me cambió la vida”, reflexionó.
En declaraciones a la FM 89.3 Santa María de las Misiones, la Radio de PRIMERA EDICIÓN, Da Silva reconoce que su historia de superación “es linda. Cada vez que leo sobre eso me emociono, me pongo contento, no lo puedo creer. Cuando empezaba a correr tenía muchas ganas de salir de ese lugar porque sabía del rumbo que estaba llevando, que no iba a ser muy bueno. Recordaba la cosecha de yerba y el ambiente donde no tenía que estar porque era muy chico, y eso me generaba muchas ganas de querer cambiar. Quería estudiar, entrenar, ayudar a mi familia, a la que no le fueron fáciles las cosas. Eso me motivaba a querer salir adelante”.
“Durante la cuarentena, que no podía salir a correr, me mentalicé en entrenar y fortalecer, siempre motivado, con la esperanza que algún día íbamos a volver a la normalidad. Entonces, me mentalicé en que, si era necesario estar así un año entero, lo iba a ser porque estaba preparado”.
Cuando empezó a correr no tenía idea adónde iba a llegar, “solamente quería cambiar mi vida, el rumbo que traía, pero después me di cuenta que, en el deporte, en el estudio, con buenas amistades, podía lograrlo, me empecé a dar cuenta que había muchas puertas muy lindas por abrir. Se dio la posibilidad de poder contar mi historia, y sin dudas, la contaba con muchas ganas, con mucha alegría, porque sabía que a muchos chicos le iba a servir, no solo a mis compañeros de los yerbales que la están pasando mal. Hay gente que trabaja todos los días y necesita fuerza, otros que hacen algún deporte amateur o profesional, pero que también necesitan motivación. Lo comparto hasta el día de hoy. Me gusta transmitir ejemplo, cosas positivas para que la gente pueda seguir adelante tal como lo hago yo”, aseveró el joven que cursa la carrera de kinesiología en la Universidad Gastón Dachary (UGD), en Oberá, donde fue becado.
“Gracias a Dios pude llegar a la Universidad. Llevo cinco años estudiando, pero no puedo llevar la carrera al día porque estoy haciendo un deporte de alto rendimiento y eso también me demanda mucho. Sé que, en el futuro, si Dios permite, vamos a cumplir esa meta, también. Me gustaría ser kinesiólogo y seguir trabajando, motivando a mucha gente en esta parte tan importante de la salud. Me enriquece asistir a las clases porque aprendo muchísimo, voy casi a la par de la carrera deportiva. No me es fácil, pero estoy dando lo mejor todos los días”, indicó quien vive cada momento con mucha felicidad.
Poder darse cuenta
Narró que en el ambiente en el yerbal era “muy pesado, había mucha negatividad, y no me veía capaz de ganar una carrera. Siempre era negativo: yo soy mínimo, no voy a llegar. Pero cuando gané una carrera con todas las dificultades, me dije, pero ¡es tremendo lo que me está pasando!. Y a pesar de correr desordenado, fui al campeonato nacional de San Juan, en 2017. Hacía un año que estaba fuera de competencia, pero entrené mucho y fue un logro muy grande porque fui campeón nacional por primera vez de cross, ganando a atletas muy buenos. Fue una alegría enorme, una motivación muy grande. Al haber ganado esa carrera tuve la posibilidad de darme cuenta lo que significaba eso para mí, que todo giraba en torno a ser positivo. Hay que tener ganas, meterle para adelante porque dificultades vamos a tener siempre, pero nunca hay que perder las ganas”.
Durante una entrevista realizada por la periodista Gladys Acuña para Meridiano 55, de la Capital del Monte, se describió a sí mismo. “Agustín es el mismo atleta de siempre, el obereño, creo que no cambió nada en mí porque siempre soy parte de la ciudad, de la provincia, del país. Me siento como un trabajador más que sale a la mañana a entrenar, llueva o no, que estoy dando lo mejor de mí para tener un buen rendimiento”.
Sobre sus entrenamientos comentó que durante dos o tres veces por semana entrena en el complejo deportivo Ian Barney. El resto de los días “suelo ir mucho hasta la plaza Malvinas Argentinas, que queda prácticamente en el centro de Oberá, donde me preparo para los nacionales de cross country. También me gusta mucho correr por los caminos de tierra, por lo que suelo ir para el lado del barrio San José”.
Señaló que esta disciplina requiere de mucha paciencia, de mucha constancia, y sobre todo de mucho esfuerzo y trabajo diario. “A mí me pasa, por ejemplo, que, si no corro durante tres días, me cuesta mucho arrancar y retomar el nivel con el que venía. Entonces todos los días trato de correr al menos 30 minutos. Y así ya llevo varios años corriendo, lapso en el que solo paré dos semanas, por una lesión”, acotó.
Al principio, corría descalzo, sin remera, “sin lastimarme los pies que ya estaban adaptados a esa tierra dura, tenía los pies formados para correr descalzo”, recordó mientras señalaba uno de los trofeos que “es muy importante para mí. Fue hasta ahora mi mejor resultado, que es el campeonato argentino de cross country. A este reconocimiento no lo gané descansando en mi casa, sino que lo salí a buscar. Me siento muy contento, muy orgulloso de mí mismo, de haber logrado estos triunfos. Me siento como un campeón”.
Da Silva residía en el barrio Caballeriza, de Oberá, que está en proceso de crecimiento. Él mismo aclaró que es una zona donde “vive gente muy humilde. Acá faltan muchas cosas, la luz y el agua es insuficiente. Hay muchas necesidades en este espacio de la ciudad”.
“Siempre soñé con representar a una marca. No saben lo que soñaba con todo esto y, gracias a Dios, se está dando”, dijo quien comenzó a recibir el apoyo de Fila en 2019. También recibe colaboración de una verdulería de su ciudad. “Un día por la tarde llegó con sus recortes de periódicos diciendo que necesitaba la alimentación fundamental para su entrenamiento y nos preguntó si podíamos ser su sponsor. Decidimos aceptar la propuesta y empezamos a ayudarlo”, dijo una referente del comercio.
La historia de Da Silva fue contada miles de veces e incluso tiene su propio documental (un corto de seis minutos realizado por la cadena internacional Al Jazeera titulado “Correr para ser libre”, está en YouTube y vale la pena verlo). Fue filmado en Oberá, en 2017. Es que Agustín arrancó en la tarifa con 12 años, en Oberá, pero el atletismo le cambió la vida.
Sentirse campeón
Reflexionó que, “hablando con mi familia, siempre decimos qué importante es no bajar los brazos, qué importante es mantenerse positivo y contento con uno mismo. Es que tarde o temprano llegan los resultados del trabajo que uno va haciendo. Hoy en día nada es fácil. Cuesta muchísimo, pero se vuelve más lindo cuando las cosas son difíciles. Al menos yo, lo disfruto mucho más cuando lo logro. A veces es necesario esforzarse mucho. Desde mis inicios me gustó el trabajo honrado, que tenga una buena dedicación, para disfrutar más el logro. Siempre voy buscando las estrategias para seguir bien, evitar lesiones, seguir trabajando ordenado, con el apoyo del equipo de siempre que me motiva, constantemente”.
Comenzó a entrenar a fines de 2014, “pero seguimos con las mismas ganas. La meta más grande de ese momento era poder ganar una carrera a nivel provincial. Tal vez el trabajo constante que hago para mejorar hizo que me mezclara con los mejores de todo el país en el cross, por ejemplo. Eso tiene un valor inexplicable. Con el trabajo en conjunto se van logrando las cosas”, admitió, con un hablar pausado, quien persigue el sueño olímpico para 2028.
Aseguró que ya se sentía un campeón “cuando puse un pie en la escuela nocturna para terminar séptimo grado. Me sentí un campeón olímpico porque había logrado algo que no tenía precio para mí”.
A los otros “Agustines” les aconsejó que “vuelquen toda esa gana en el camino, que busquen rodearse de gente buena, que los motive a salir adelante, a no hacer caso a las cosas negativas, a tocar puertas, a buscar información sobre lo que quieren ser. Si queremos ser atletas, profesionales, tenemos que apunar al objetivo, trabajarlo de a poquito, con paciencia, porque todo lleva su tiempo y tarde o temprano se da”.
Trayectoria de Agustín Da Silva
Récords Misioneros
3.000m en pista. 5.000m en pista. 10.000m en pista. 10km ruta. Media Maratón 21km ruta.
Títulos
Campeón Nacional: Campeonato Nacional Cross Country San Juan 2017. 8km Categoría U20. Campeonato Nacional Cross Country Laprida Buenos Aires 2018 Categoría u23 10km. Campeonato Nacional Cross Country Buenos Aires Morón 2019. Categoría 10km U23 Campeonato Nacional Cross Country Balcarce Buenos Aires 2021 10km Categoría Mayores Campeonato Nacional Cross Country Misiones 2023 10km Categoría Mayores.
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