“Me sacaron la ilusión, me sacaron hasta las ganas de jugar”, así describe Cecilia López (27) la temporada que vivió en el Club Deportivo Leganés de España, adonde llegó en octubre de 2023 para cumplir su sueño de jugar al futsal en Europa, pero ese sueño se volvió una pesadilla. “Hubo días que no íbamos a entrenar porque no teníamos ni para comer”, aseguró.
En las últimas horas, Cecilia junto a las jugadoras Luciana Úbeda, Tamara Falcioni, Agostina Chiesa y la española Mónica Vergara, acompañadas por la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala de España, decidieron contar lo que pasaron en el Leganés y exigir que el club español les abone los tres meses y medio que adeuda en concepto de sueldo. “Queremos que se sepa lo que pasó para que ninguna jugadora pase por lo mismo. Están jugando con la ilusión de las chicas”, remarcó Cecilia.
La misionera tiene una amplia trayectoria tanto en el fútbol de campo como de salón, pero últimamente se dedica exclusivamente al futsal. Nacida futbolísticamente en Huracán de Posadas, pronto su talento la llevó hasta el Bajo Flores, donde con San Lorenzo se cansó de festejar títulos y hasta llegó al seleccionado argentino.
Pero tenía un sueño pendiente: jugar en Europa. Y esa oportunidad llegó a mediados de 2023 cuando se inició el contacto entre su representante y la gente del equipo femenino de futsal del CD Leganés, que militaba en la primera división de España.
Cecilia no dudó y junto a su compañera de San Lorenzo, Luciana Úbeda, decidieron embarcarse rumbo a España para vivir la experiencia de jugar en Europa. Pero ni bien llegaron a Getafe se dieron cuenta que no iba a ser como lo habían imaginado.
“Llegamos a fines de octubre del año pasado y el departamento que nos habían prometido no estaba listo. Estuvimos dos meses en un hotel, donde estábamos bien, pero empezaron a no pagarnos el sueldo”, aseguró la jugadora misionera.
Según explicó Ceci a EL DEPOR, desde el club les daban 400 euros cada tanto y les decían que se arreglen con eso para los gastos que tenían. “Solo en diciembre nos pagaron bien, de ahí en más no nos pagaron nunca más el sueldo completo”, aseguró Cecilia.
A fines de noviembre, las dos jugadoras argentinas más dos brasileras, se mudaron al departamento pero lo encontraron todavía en construcción, no tenían calefacción en pleno invierno europeo, ni agua caliente ni cocina. “Cuando abríamos la ducha no salía agua y si salía era sucia y fría”, contó la jugadora.
Entrenaban tres veces por semana, por la noche. A veces preferían bañarse en el club; pero cuando lo hacían en su casa, tenían que calentar el agua. “Cada vez que le pedíamos que arreglen nos decían que la otra semana iba a venir alguien a ver, pero pasaban y pasaban las semanas y no venía nadie”, recordó Cecilia.
En enero, las brasileras se fueron. No aguantaron las condiciones. “Muchas veces no teníamos ni siquiera para cargar el bono de transporte para ir a entrenar, teníamos que pedirle al club y ni hablar de la comida. Cuando podíamos comprar algo, guardábamos una parte para la cena. Algunas noches cenábamos solo té”.
Y no fue lo único: en una ocasión, tras una comida, Cecilia tuvo una reacción alérgica. Sin saber a quién recurrir, le escribió a su entrenador Ángel Sainz, quien la llevó al médico pero no la atendieron porque el club nunca la inscribió en la seguridad social. “Nunca me empadronaron, pese a que yo estaba trabajando para ellos. Ni siquiera se preocuparon por buscarme atención médica. Como no me vieron los doctores, mi entrenador me compró un antialérgico en la farmacia y así me fui recuperando”.
Cecilia se acuerda bien de su entrenador. “Ángel fue como un papá para nosotras, nos invitaba a comer los domingos. Fue en quien pudimos confiar en este tiempo”, recordó.
En marzo de este año, tanto Cecilia como Úbeda fueron convocadas al seleccionado argentino de futsal para unos amistosos en Marruecos. Al regreso, las retuvieron en el aeropuerto acusándolas de estar ilegales en España. “El Leganés no había hecho los papeles que tenía que hacer para poder trabajar en el país. Estuvimos ocho horas retenidas sin poder comer nada, ni tomar agua, esperando que alguien del club se acerque a dar una solución”. Tras horas aparecieron papeles y les permitieron ingresar al país.
Pese a todo, Cecilia decidió quedarse en España por sus compañeras, pero el estrés que estaban pasando varias de las jugadoras se plasmó en la cancha y el Leganés descendió al final de temporada. El 25 de mayo pasado se terminó el torneo, Cecilia tenía pasaje para el 4 de junio y el 6 llegó a Posadas a reencontrarse con su familia, a la que no le había contado nada de lo que estaba pasando.
“Cuando llegó la vi distinta, ella suele ser muy graciosa, muy divertida, pero estaba cabizbaja”, contó su mamá Guillermina a El Deportivo.
“Yo llegué y no quería volver a jugar al fútbol. Quería estar con mi familia y amigos para recuperarme. No contamos nada porque no queríamos preocupar a la familia. Yo jamás les dije por lo que estaba pasando. Se están enterando ahora”, cerró Cecilia.
Fuente: Primera Edición.
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