Las tribunas vacías, sin banderas y las canchas con apenas un puñado de personas. Esa es la última imagen que tenemos de los estadios del fútbol argentino a casi un mes de que interrumpiera la actividad de la redonda en todo el país.
El coronavirus llegó para cambiar todo. Nos obligó y aún nos obliga a tomar medidas drásticas. A elegir entre lo que creemos y sentimos que es más importante. En ese sentido la salud prima sobre la práctica del fútbol, por dar un ejemplo. Está bien que así sea, porque fueron los mismos protagonistas los que decidieron parar la pelota y esperar.
Todo esto traerá, sin dudas, una gran crisis económica y hasta reglamentaria dentro del deporte (y primero a la sociedad, claro). Cómo seguirán los torneos que estaban en marcha y cuál será la salida más salomónica cuando los vacíos legales le ganen al sentido común. Todo será diferente y nuevo. Jamás el fútbol argentino vivió una situación similar y los dirigentes, con la ayuda de todos los que componen el mundo del fútbol, deberán sacar lo mejor de cada uno para reinventar el deporte.
Por lo pronto todo es incierto. El viernes por la noche el presidente Alberto Fernández anunció que la cuarentena para prevenir el contagio masivo del coronavirus se extenderá, por lo menos, hasta el domingo 26 de abril.
Tras una explicación llena de gráficos y como si fuese la charla técnica previa a un partido decisivo, el mandatario argentino dejó en claro, una vez más, que la prioridad en este país es la salud. Luego habrá tiempo para la economía y para que cada rubro vuelva a tener una vida “normal” (como si después de esto algo volverá a ser normal en el mundo).
El fútbol regresará en la Argentina, pero la gran incógnita es cuándo y de qué manera. Por lo pronto, a prácticamente cuatro semanas de que los jugadores decidieron tomarse un tiempo, corrió mucha agua debajo del puente.
Al mismo tiempo
El viernes 13 de marzo se detectó el primer caso de Covid-19 y mientras toda la atención se centraba en eso comenzaba la Copa de la Superliga. Gimnasia recibió en el bosque de La Plata a Banfield en un amargo 0-0, que sería uno de los últimos partidos de Primera División.
Dos días antes, la Secretaría de Deportes dispuso la suspensión de todo evento deportivo internacional en el país. En ese momento todavía estaban en pie las Eliminatorias rumbo a Qatar 2022.
Ese mismo día el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, adelantó que los jugadores citados a la selección argentina que provengan de países con circulación comunitaria tendrían que estar aislados 14 días y el DT de la selección argentina, Lionel Scaloni, pidió la suspensión de las Eliminatorias, cosa que sucedió 14 horas después, el 12 de marzo.
Pero todo continuó de manera normal en la AFA. Si bien había una recomendación para los espectáculos públicos se decidió que se podía jugar a puertas cerradas. Pero de los 24 clubes de la Superliga, uno decidió que no se iba a presentar. River cerró el club el 14 de marzo, día en el que iba a recibir a Atlético Tucumán. Cuando los utileros del conjunto tucumano se presentaron en el Monumental, no los dejaron ingresar y luego de que labraran un acta, se suspendió el partido.
El Millonario perderá los puntos y seguramente afrontará una multa económica. Todo eso cuando vuelva a rodar la pelota. Pero ese día marcó el quiebre.
Ese fin de semana se jugó sin hinchas y a puertas cerradas. El lunes 16 de marzo los capitanes y representantes de la mayoría de los equipos acordaron no jugar. Ese fue el último día con partidos en el país.
Futbolistas Argentinos Agremiados se puso al frente del reclamo y el martes 17 de marzo se acordó que el fútbol en Argentina se pararía hasta el 31 de marzo. Por su parte la Conmebol pospuso la Copa América, que iba jugarse de junio a julio en Argentina y Colombia, para el 2021 y al día siguiente confirmó que se “suspendía” la Copa Libertadores.
Una salida complicada
Si bien casi nadie discute que el Aislamiento Social Obligatorio es el mejor camino que hay por el momento para evitar que se propague de manera rápida el coronavirus, la vuelta a la “normalidad” será complicada y todavía parece muy lejana.
El fútbol en Argentina será una de las últimas actividades en regresar y si lo hace será sin público, al menos al principio.
Ese será un gran interrogante. Los clubes de Primera División pueden solventar los gastos que implica jugar la Copa de la Superliga con lo que cobran por la televisación. De hecho, las empresas encargadas de los derechos audiovisuales del fútbol argentino adelantarán pagos, para que los clubes puedan afrontar la pandemia.
El problema es el ascenso. Un partido sin hinchas significa pérdidas para los clubes. Abrir un estadio, pagar sueldos y que no ingrese un peso significa mucho dinero y una crisis económica a futuro para los clubes.
Por eso cada paso a dar apenas regrese la actividad será vital y habrá que analizarlo. Toda medida tendrá que atender a la mayoría y contemplar a todos los clubes. Las maneras de reanudar los torneos, si es que eso sucede, y la forma en que se definirán algunos certámenes exigirán mucho tacto de parte de los dirigentes.
Por ahora la pelota está parada, pero ya volverán los días de partido. Regresarán las banderas y las camisetas para darle color a las canchas. La número 5 será el centro de atención y el fútbol, otra vez, será tema de conversación.
Fuente: Diego Vain, El Territorio.
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