Al fútbol del interior le sobraba una categoría…

Al fútbol del interior le sobraba una categoría…

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Con las modificaciones que quiere llevar adelante el Consejo Federal en los torneos Federal B y C, el mayor perjudicado es el fútbol que se juega del otro lado de la avenida General Paz en Buenos Aires, que de un día para el otro vio como desaparecieron dos categorías.
Al fútbol del interior le sobraba una categoría. El camino de las Ligas locales hasta la Primera División, utópico hasta para el más pequeño club de barrio, era excesivamente largo.
El Federal B, con 160 equipos en su última edición y apenas cuatro ascensos en juego, era el techo real para la gran mayoría de los clubes del interior.
La eliminación de los Federales B y C y su reemplazo por el Regional Federal Amateur allanará la ruta rumbo al fútbol profesional. Quitará del medio ese tedioso obstáculo llamado Federal B, extenso en su formato, exigente económicamente y difícilmente sostenible en el tiempo para clubes sin un apoyo fuerte detrás (todo esto, por culpa, o con complicidad, de muchos dirigentes que ahora apoyaron la reforma), y hará más realizable aquel sueño de trascender del amateurismo y llegar al Federal A.

Después de todo, las 223 ligas del país escalarán una división en la pirámide del fútbol argentino: hasta ahora eran la 6º categoría, ahora serán la 5º, con lo cual recuperarán atractivo.
Visto de esta manera, el plan parece adecuado. Pero entonces, ¿por qué el enojo de algunos dirigentes y, sobre todo, de una enorme cantidad de hinchas? Con esta nueva estructura, los 140 clubes que conservaron la categoría en el último Federal B, perderán la estabilidad de pertenecer a una categoría regular, con plazas fijas. Ese cimiento del que sólo podían caer si descendían, ahora, con el Regional Federal Amateur, pasa a convertirse en un cupo para una sola participación, sin posibilidad de retención: lo jugás una vez y si no conseguís uno de esos cuatro ascensos al Federal A, tenés que volver a ganarte una plaza desde la Liga local.
De allí la oposición a esta reestructuración, y algunos pueden tener razón. Vamos a un caso concreto y puntual, a modo de ejemplo: Arsenal de Viale, de Entre Ríos, jugó durante varios años el Federal C, soñando con algún día llegar al Federal B. El año pasado, después de tanto desearlo y buscarlo, consiguió el objetivo y en la edición 2017 de la 4º categoría, su primera participación tras el ascenso, logró con creces la permanencia. Pero ahora desde allí se preguntan: ¿valió la pena tanto esfuerzo si, después de todo, es altamente probable que en un año volvamos a ser sólo un club de Liga local, no a causa de un descenso deportivo, sino de una reestructuración?
El caso de Arsenal puede aplicarse a cualquiera de los otros 139 clubes del Federal B. Algunos, los cuales ascendieron deportivamente con más argumentos que los que fueron invitados, haya sido hace poco o muchos años atrás. El cambio que se pondrá en marcha es agresivo para estas instituciones, muchas de las cuales se ganaron legítimamente un lugar en el torneo, gastaron cientos de miles de pesos para permanecer con los años en la categoría y ya tienen una estructura armada y orientada a la misma. No es justo para ellos el cambio. Al menos, las cosas tendrían que haber sido más progresivas, así como en la Superliga no bajarán de 30 a 20 equipos de un plumazo, sino que en un plazo de varias temporadas.
Hay otro factor no menos importante aunque por demás aprovechado en esta movida antireestructuración: el futbolista. Dos mil, tres mil o cuatro mil jugadores (primero, pongámosnos de acuerdo en cuántos) “se quedarán sin trabajo”, aseguran los que están en contra del cambio. Sin embargo, omiten que este corrimiento de eje, de los Federales B y C al Regional Federal y las Ligas locales, hará que en realidad se traslade el foco hacia estos torneos y que ningún club, y por ende ningún jugador, dejará de jugar. En todo caso, ese amateurismo marrón que reinaba en algunos, no todos, los planteles del Federal B (no había posibilidad de hacer contratos profesionales; si había sueldos, eran en negro, aunque son los menos los futbolistas que vivían realmente de la pelota), ahora se trasladará al torneo que a cada equipo le toque disputar.
El cambio es tan repentino y profundo que parece drástico. La incertidumbre genera miedo, y de allí la reacción desaforada: hace años se quejan, nos quejamos, de que el Federal B es insostenible, pero ante el primer cambio verdaderamente radical, sea o no la manera, saltan, saltamos todos ¿No será, acaso, por intereses propios?
Nadie está matando al fútbol del interior. En todo caso, el ascenso chacarero se venía desangrando desde hace rato.

Fuente: diario Época.

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