Eran tiempos en que había que dar una mano al equipo,ya sea como volante o marcador central. Pero el quiebre fue en 2009: con 17 años se sumó a Almagro y allí quedó en la zaga, puesto que le permitió a Richard Hernán Schunke afianzarse y disfrutar del presente, que lo tiene hoy como parte del Deportivo Cuenca de Ecuador.
“Antes de venir, (estaba) impaciente… uno se aleja de la familia, no la vas a ver durante un tiempo. Pero sabía que era lo mejor, y lo de venir acá fue extraordinario, el recibimiento, la ciudad muy tranquila”, confiesa Richard.
Llegó a Cuenca a principios de año. Pero antes hubo que laburar para ganarse un lugar en la B Metropolitana primero y luego, en la B Nacional. El hermano menor de Jonatan (futbolista de Estudiantes de La Plata) debutó a los 19 con el Tricolor por Copa Argentina, ante Midland -en 2011- y semanas después le llegó el estreno por el torneo frente a San Telmo. Su hermano ya había emigrado de Almagro, pero fue clave para el respaldo que todo joven necesita en ese momento.
Después, el camino se allanó: en 2012 se consolidó y después de buenas y malas, ascienden a la B Nacional en 2015 tras el triunfo ante Deportivo Morón. Tras un 2016 regular, llegó el momento de renovar y “vi que había ciclo cumplido y ahí salió lo de Cuenca; era algo diferente, íbamos a jugar una copa internacional”, resaltó en referencia a que el equipo iba a jugar Copa Sudamericana.
Con el respaldo de Fernando Regules (el ex Candelaria y Guaraní entrena a los arqueros en Cuenca) y previo contacto con Gabriel Schurrer (ex Crucero), pisó suelo ecuatoriano a principios de año para calzarse la pilcha de titular. “Él me quería traer acá”, resumió acerca del DT. “El fútbol es parecido con Argentina; contra Barcelona, Liga de Quito o Emelec necesitás un plus. Ahora, cuando jugás con otros equipos es parecido al ascenso, acá hay más espacios”, sintetizó el misionero que le marcó un gol de cabeza a Liga.
Habituado a la ciudad, calificó a la gente de “muy respetuosa, el club es muy lindo, estuve muy contento de venir acá. La ciudad me gusta mucho, queda en la sierra, a 2.500 metros de altura. Hay muchas catedrales y clínicas, muchos extranjeros, estadounidenses viviendo…”
¿Y qué se trazó a corto plazo? “Clasificar a una copa internacional, ojalá sea la Libertadores. Y pelear el torneo también, ahora estamos quintos”. También está al anhelo de “jugar con mi hermano y enfrentarlo, sería especial. Mucho se lo debo a él en el sentido futbolístico, me ha enseñado muchas cosas, me asesoró, me abrió las puertas. De central, me enseñó todo”, confió. Y por las dudas aclaró que “obviamente mi papá y mi mamá también”, para cerrar entre risas que “el colegio lo terminé en Buenos Aires, soy hijo de maestra, había que terminarlo sí o sí”.
Fuente: Gilberto Pérez
[email protected]
Comentarios recientes