El cambio de categoría le dejó su huella a Crucero del Norte.
Las cuatro temporadas en el Argentino B ya quedaron en el pasado, y el inicio en el Argentino A fue más duro de lo esperado.
El exiguo como sacrificado 1-0 sobre Sportivo Belgrano de San Francisco fue el fiel reflejo de que ascender al Nacional B serán tan o más espinoso que lo que significó subir a la tercera categoría del fútbol argentino.
Para marcar paralelismos, un Argentino A sería a un Argentino B, lo que una Primera División a un Nacional B.
En las categorías «B» se corre mucho, abunda el juego friccionado y la pierna fuerte. En los torneos «A», en cambio, hay más espacios, los equipos salen a jugar y en líneas generales hay buen pie.
Crucero, que tiene un poco de las dos cosas (buen pie con Brítez, Cabrera y Soto; marca y sacrificio con Marczuk, Gamarra y los del fondo), ya debiera haber entendido el mensaje. Pero si de algo hay que tener cuidado en el Argentino A, es de los errores. Propios y ajenos. En el Argentino B una equivocación, dos, tres o cuatro pueden pasar desapercibidos, pero en el A puede costar mucho más que tres puntos.
Por eso a Crucero hay que dejarle la puerta abierta. Nada puede ser más importante que ganar cuando se hace un estreno en una competencia superior, con los nervios que eso implica y cuando enfrente hay un rival cuyo plantel está integrado en su totalidad por jugadores con pasado en la B Nacional.
Será cuestión de ir afinando detalles. De adaptarse a la categoría. De encontrar los errores y aprender de ellos. Sólo allí habrá espacio para preguntarse -y responderse- si Crucero, el abanderado de Misiones, tiene chapa como para soñar con un nuevo ascenso…
Por Gustavo Hollmann para Deporte y Critica.
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