El sitio especializado World Rugby (en español) difundió una entrevista exclusiva con la exrugbier correntina, referente de la disciplina femenina internacional.
“Cerca estuvo el fútbol de quedarse para siempre con Lettizia Alcaraz, quien se convirtió en un referente del rugby argentino y sudamericano. Viniendo de un pequeño pueblo en el Noroeste argentino, Alvear, pegado a otro pueblo brasileño, el rugby nunca estuvo en su radar en su niñez y juventud”. Así comenzó la entrevista realizada por el sitio internacional de la World Rugby (en español), a la reconocida figura del rugby internacional, deportista nata y reflejando que desde muy joven pudo destacarse en fútbol y fútbol sala, al punto que jugó mucho con varones, lo que hizo que su juego creciera a niveles internacionales.
Durante sus estudios de Profesorado de Educación Física, el rugby no estuvo presente, a la vez que quedó bajo la mira de la Asociación del Fútbol Argentino, participando de una preselección de fútbol once en 2003. “Tenía 27 años y la edad me jugó en contra porque buscaban jugadoras jóvenes”, recordó.
“Me destacaba en velocidad y saltos, en lo que fuera explosión”, dijo Letty desde Corrientes, donde hoy vive, a 500 kilómetros de su pueblo de nacimiento.
“En fútbol participé de muchos torneos de la región y hasta me ofrecieron jugar en Brasil pero mis padres no me dejaron, era muy chiquita”.
Aún así representó al país en el Mundial de Fútbol de Salón en 2008, en España, donde Argentina finalizó en quinto lugar.
“Cantar el himno fue muy fuerte, cumplía el sueño de jugar por el país”. Tras recibirse y trabajar cinco años en su pueblo, regresó a la capital provincial a los 28 años. Allí descubrió el rugby; la edad, que había limitado su crecimiento en el fútbol, no fue un impedimento en el rugby.
“Venía de un pueblo chico, sin relación con el rugby, así que no lo conocía. Durante todo un año el profesor Pablo Semhann me tentó para jugar y finalmente en 2005 me animé. En el fútbol ya me golpeaba y pensé que en rugby me iban golpear más; no tenía mucha idea”, dijo sonriendo, contando que se dedicó al rugby, sumándose al ISEF, de Corrientes.
“En ese entonces me explicaron las reglas, me pusieron de wing y en dos semanas estaba jugando un torneo en Buenos Aires. No sabía ni pasar la pelota, lo que hacía era patear para adelante y correr rápido”. Sin conocer bien las reglas, descubrió un mundo totalmente diferente al fútbol. “Lo lindo era compartir con la gente, hacerse amigas”. Vertiginosamente, tras su segundo torneo - se jugaban cada tres meses - fue convocada para una concentración de 40 jugadoras. Desde allí, quedó en el plantel que jugó el Sudamericano de San Pablo.
Desde su rol de docencia, en 2013, comenzó en la cátedra de rugby en el Profesorado de Educación Física convenciendo a los futuros profesores de que tenían que dar rugby en los colegios.
“Cuando empecé, éramos tres clubes de mujeres, con 50/60 chicas; hoy hay 16 clubes con juveniles e infantiles”, afirmó con orgullo.
“Ya pensando en el retiro, comencé a buscar otra forma de seguir ligada, un rol fuera del campo de juego, sintiendo la desesperación de buscar que más gente viviera lo que viví, que conocieran lo que conocí. Ahí me volqué a ser entrenadora, enseñar a las chicas, a sumar jugadoras”.
Comenzó en 2017 a colaborar como referente para las chicas más jóvenes en el proceso previo a los Juegos Olímpicos de Buenos Aires 2018, de los que además tuvo el honor de transportar la llama olímpica en su ciudad. A partir de 2019, se sumó a la Unión Argentina de Rugby.
Fuente: diario Época.
Comentarios recientes