El 19 de noviembre quedará siempre grabado en la memoria del fútbol argentino. También estará para la eternidad en la cabeza de Luciano Vera, quien ese día con la celeste y blanca conquistó el Sudamericano sub 15. Un hito histórico para nuestro país.
Después todo cambió en la vida del joven misionero que juega en las inferiores de River, pero él sigue con la misma mentalidad y tranquilidad.
“Todavía no caigo en algunas cosas. Voy caminando por la calle y me piden fotos”, contó el defensor de Wanda, que ahora es prácticamente un ciudadano ilustre en su tierra. “Cuando volví del Sudamericano me hicieron un caravana. Yo no lo podía creer”, se sinceró.
El Sudamericano marcó un antes y un después en la vida del misionero, pero para llegar a esa situación pasó por muchos momentos difíciles. Luciano tuvo que cambiar su ciudad por Buenos Aires y acostumbrarse a “un mundo diferente”.
Llegó al club millonario con su hermano Lucas, tras una prueba de jugadores que se realizó en su ciudad. Cambió su hogar por la pensión de River y a principios de este año se tuvo que separar de su hermano, que se fue a jugar a Chacarita. Un momento bisagra para los mellizos.
Pero Luciano no cambió su sueño. Siguió trabajando y la recompensa llegó.
“Estaba entrenando y llegó mi técnico. Me abrazó y se largó a llorar. Yo me reí porque no entendía y ahí me contó que me habían convocado a la selección”, recordó Luciano y agregó que en ese momento rompió en llanto.
Placente y Aimar
“Siempre que me estaba por poner la camiseta de la selección lagrimeaba. No podía creer que estaba ahí. Me pasó en todos los partidos del Sudamericano”, comentó Luciano, quien aprendió mucho de dos referentes de River y de la selección: Diego Placente y Pablo Aimar.
“Son dos grandes personas, que nos hablaron mucho antes y durante el torneo. Nos aconsejaban y siempre nos decían que teníamos que jugar al fútbol como sabíamos hacerlo”, contó el misionero.
Tanto Placente como Aimar llegaron a las divisiones inferiores para tratar de cambiar la forma de trabajo que tenían hasta este momento. Para tratar de volver a las raíces que ellos tuvieron hace varios años de la mano de José Pekerman y Hugo Tocalli y lo lograron a base de ejemplos.
“Jamás nos gritaron. Ni dentro de la cancha ni afuera. Si tenían algo para decirnos se acercaban a nosotros y nos hablaban”, explicó Luciano, quien vio cómo “otros técnicos trataban mal a los jugadores”. “A nosotros nos dijeron siempre que juguemos al fútbol”, agregó.
Hasta en el momento más delicado del torneo los entrenadores hicieron referencia al juego.
“En la final estábamos muy nerviosos y estábamos perdiendo. En el entretiempo ellos nos calmaron y nos dijeron que hagamos lo que veníamos haciendo. Salimos y lo dimos vuelta”, recordó el lateral izquierdo misionero.
La alegría por ganar el Sudamericano fue inmensa y la frutilla del postre fue hacerlo frente a Brasil. Pero para Luciano fue aún más especial porque en la tribuna estuvo su mamá, Lucy, quien lo pudo acompañar y disfrutar de la consagración en San Juan.
River y la selección
El fútbol a veces no te da tiempo para festejar. Luciano se bajó del avión en Ezeiza y estuvo una semana entrenando con River, el club con el que sueña jugar en Primera.
“Cuando llegué a la pensión todos los chicos me aplaudieron. Yo fui el único de los que vive ahí que fue al Sudamericano, fue algo muy emocionante”, relató el misionero, que ahora pasará a la 7° división del Millonario.
“Mi sueño es seguir jugando en River y en la selección”, aseguró el de la tierra colorada, que aprovechó las vacaciones para disfrutarlas con la familia.
“En febrero nos volvemos a juntar con los chicos que fuimos al Sudamericano. Vamos a jugar amistosos hasta el 2019, cuando se realice el sub 17”, explicó Luciano, que no tiene miedo en admitir que apunta alto, porque sabe que detrás de eso hay mucho sacrificio que está dispuesto a hacer.
Sin dudas que el juvenil misionero vivió momentos únicos durante este año y que tiene todo un gran camino por delante. El Sudamericano marcó el puntapié inicial y mostró los primeros buenos resultados de un camino lleno de trabajo.
River, la selección, jugar en Primera y llegar lejos con la celeste y blanca. Luciano sueña en grande y se imagina un 2018 a puro festejo.
Vivir a pasos del Monumental tiene sus ventajas
Desde que llegó a Buenos Aires para jugar al fútbol, Luciano vive en la pensión de River, que está a pasos del Monumental.
El chico misionero está siempre en el club, salvo cuando sale para ir a la escuela y por eso tuvo la suerte de conocer a varios de sus ídolos que juegan en Primera, incluido al Muñeco Gallardo.
Además el misionero es uno de los habituales pasapelotas en los partidos del Millonario de local y se dio el gusto en varias oportunidades de pisar el césped del Monumental.
Fuente: El Territorio.
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